MIS HISTORIAS

Mis historias

DESDE MI VENTANA/ DICIEMBRE

EN SENTIDO INVERSO DEL FINAL AL PRINCIPIO, TODA LA HISTORIA

domingo, 20 de marzo de 2016

"DESDE MI VENTANA" LXIV

"Mi amiga Alicia me mandaba correos electrónicos semanales en los que me explicaba, en forma de carta al más puro estilo tradicional, todo lo que la pasaba durante toda la semana. Era tan reconfortante que lo esperaba con el anhelo de un enamorado. No fallaba. Con la puntualidad de un reloj suizo, mi amiga enviaba su informe antes de las nueve de la mañana de todos los lunes desde que se marchó a terminar sus estudios por Europa. No dejaba de recordarme que a EE.UU. no pensaba irse sola. Yo era feliz allí en mi cuarto: tenía a Juan, que a su manera, llenaba mis vacíos emocionales más íntimos, mantenía mi preciosa amistad con el poeta Barrios, disfrutaba de un trabajo remunerado que me satisfacía plenamente, mi familia era un importante soporte moral y físico para mí y también la tenía a ella. ¿Por qué había que pedirle más a la vida? Incluso llegué a convencerme que no conformarme con todo lo que tenía en la vida era una auténtica osadía y que el universo podría volver a castigarme, como ya hizo cuando no supe ser feliz, allá por mi estúpida adolescencia rebelde, caprichosa e ingrata.
Llamaron a la puerta y mamá abrió. Su expresión de júbilo al principio me despistó. ¿Quién podía causar tanto entusiasmo en mi madre? Era Pablo Barrios. No me lo podía creer había vuelto de Tokio y no me lo había dicho, ¡pero si conversábamos vía Skype casi todas las semanas! Es más, me había contado en su última conexión que tenía suficientes poemas para publicar otro libro. Me mandó incluso un archivo con todas ellos para que le ayudara a organizarlos y a establecer un criterio para su clasificación. Me había dedicado uno de los poemas. Era un hermoso cántico a la amistad con un magistral toque melancólico y, lo que más ilusión me hizo fue que acompañaba al poema con una ilustración bellísima. Allí estaba, en el salón de mi casa, esperándome. Bajé a verle emocionada, aunque en un primer momento fingí estar molesta. ¿Qué clase de amigo eres? ¿Cómo es que te presentas aquí sin anunciar tu llegada? Dije atropelladamente intentando impedir que hablara antes de que acabaran mis reproches. Pretendía sorprenderte, dijo por fin. ¡Vaya! Ya lo creo que me has sorprendido mal amigo, ni siquiera me dio tiempo a arreglarme para recibirte adecuadamente, bromeé. Me sorprendí feliz de tenerle allí delante". 

sábado, 19 de marzo de 2016

"DESDE MI VENTANA" LXIII

"Mi relación con Juan entraba en una espiral sin salida. Él insinuaba continuamente sus ganas por entrevistarse conmigo personalmente, yo me hacía la desentendida y él volvía a hablar de temas livianos que no despertaran mi suspicacia para no enfadarme y dejarle con la palabra en la boca, como hiciera no pocas veces. Ni era una amistad corriente ni era una relación más allá de una amistad. Era algo así como un sí pero no. Comprendí que la relación se estaba viciando y que necesitábamos ser menos metafóricos y hablar más claro, pero eso me llevaba a enfrentarme a discusiones directas y a decirle claramente que jamás consentiría una entrevista en casa. Y también tendría que soportar sus reproches claros y directos que ahora solapaba tras indirectas y perífrasis muy elocuentes y educadas. Decidí hablar claro y su caballerosidad supo adaptarse con elegancia a la nueva situación. Hablamos claro pero seguía intentando evitar que me enfadara. Prometió no insistir en los temas que yo evitaba y respetar mis silencios. Entonces me habló de Margarita. Y supe que nuestra relación jamás pasaría de la amistad.
Ismael volvió a recaer de lo que fuera que le hizo enfermar meses atrás pero esta vez no nos conformamos con dejarlo pasar con tratamientos-ensayo. Le llevamos a una clínica privada y le hicieron pruebas de todo tipo. Resultó ser una bacteria que se le instaló en los intestinos y que cuando se adormilaba le daba una tregua de aparente salud y cuando se reactivaba entraba en crisis y le causaba fuertes  dolores de cabeza, mareos y terribles nauseas. Dieron con el tratamiento adecuado y consiguió mantener a raya a aquella dichosa bacteria. La cual llamaron, creo recordar, helicobacter. A pesar de la preocupación inicial ante los resultados, nos quedamos tranquilos porque parecía haberse controlado el asunto y sobre todo porque conocer el causante parecía aminorar la gravedad de la enfermedad. Mamá e Ismael tomaron la decisión de vivir la vida como un regalo y no dejar que los días pasaran sin pena ni gloria. Desde ese momento planificaban viajes continuamente y no quedó puente ni fin de semana largo que no hicieran una escapadita a la montaña o a la costa. Esta visión positiva de la vida resultó ser fuente de más soledad para la chica de la silla de plata".

domingo, 6 de marzo de 2016

"DESDE MI VENTANA" LXII

"Entretanto, no dejaban de llegarme encargos para traducir. Por entonces me llegó una saga que llamaban The Legacy, de un autor de novela fantástica estadounidense. En este caso el trabajo consistía en llevarlo al castellano. El Legado, como se conocería poco después en España, inicialmente fue concebido como trilogía, como contaba en una entrevista su autor, Christopher Paolini, pero al final salió un cuarto libro, que cerró la saga fantástica del reino mítico de Alagaësia. Yo era feliz con este trabajo. Siempre adoré la fantasía. Bastante sórdida y monótona era la vida real. Deseaba, desde pequeña, que algo de esa fantasía tan intensa y presente en los cuentos y en mis películas favoritas, las de Disney o las de Steven Spielberg, tuvieran su réplica en el día a día convirtiendo a seres normales en seres mitológicos o legendarios. Quería pensar que había seres humanos especiales, entre los cuales, por supuesto, me hallaba yo, que percibían una fuerza, llámese energía o magia, que nadie más veía y que nos hacía especiales e invulnerables. Me pasé la infancia y parte de la adolescencia esperando ver un signo mágico en mi aburrida y monótona cotidianidad. The Legacy tenía ese hechizo de las historias que hablan de héroes ocultos tras la humilde apariencia de un ser normal y corriente que termina salvando al mundo. Había leído por gusto el primero de la saga, Eragon. Me encantó. Aquel joven campesino ingenuo e inocente convertido en héroe era mi modelo de fantasía preferido. Yo también quería montar en un dragón fabuloso que me paseara por el cielo y soltara bocanadas de fuego a todo lo que me amenazara. Traduje la colección y disfruté cada minuto de mi trabajo. 

Traducir El Legado me inspiró enormemente y retomé mi gusto por crear historias. Volví a escribir. Había olvidado lo gratificante que era dejarse llevar y montar historias casi de la nada, solo con mi ordenador y mi instinto para la creación. Nada importaba el resultado. Si eran bellas o no aquellas historias nadie lo sabría. Nacían y morían en mi mente y mis manos las hacían tangibles pasándolas a papel –un decir lo del papel porque no solía imprimrlo-. Impresas o en el ordenador, seguían siendo invisibles. Ya no las compartía ni con mi familia. Desde que Ismael entró a formar parte de nuestro hogar, leer mis cuentos en la cocina a la luz de la chimenea ya no era el momento cálido y especial que había sido en otro tiempo".