MIS HISTORIAS

Mis historias

DESDE MI VENTANA/ DICIEMBRE

EN SENTIDO INVERSO DEL FINAL AL PRINCIPIO, TODA LA HISTORIA

domingo, 20 de marzo de 2016

"DESDE MI VENTANA" LXIV

"Mi amiga Alicia me mandaba correos electrónicos semanales en los que me explicaba, en forma de carta al más puro estilo tradicional, todo lo que la pasaba durante toda la semana. Era tan reconfortante que lo esperaba con el anhelo de un enamorado. No fallaba. Con la puntualidad de un reloj suizo, mi amiga enviaba su informe antes de las nueve de la mañana de todos los lunes desde que se marchó a terminar sus estudios por Europa. No dejaba de recordarme que a EE.UU. no pensaba irse sola. Yo era feliz allí en mi cuarto: tenía a Juan, que a su manera, llenaba mis vacíos emocionales más íntimos, mantenía mi preciosa amistad con el poeta Barrios, disfrutaba de un trabajo remunerado que me satisfacía plenamente, mi familia era un importante soporte moral y físico para mí y también la tenía a ella. ¿Por qué había que pedirle más a la vida? Incluso llegué a convencerme que no conformarme con todo lo que tenía en la vida era una auténtica osadía y que el universo podría volver a castigarme, como ya hizo cuando no supe ser feliz, allá por mi estúpida adolescencia rebelde, caprichosa e ingrata.
Llamaron a la puerta y mamá abrió. Su expresión de júbilo al principio me despistó. ¿Quién podía causar tanto entusiasmo en mi madre? Era Pablo Barrios. No me lo podía creer había vuelto de Tokio y no me lo había dicho, ¡pero si conversábamos vía Skype casi todas las semanas! Es más, me había contado en su última conexión que tenía suficientes poemas para publicar otro libro. Me mandó incluso un archivo con todas ellos para que le ayudara a organizarlos y a establecer un criterio para su clasificación. Me había dedicado uno de los poemas. Era un hermoso cántico a la amistad con un magistral toque melancólico y, lo que más ilusión me hizo fue que acompañaba al poema con una ilustración bellísima. Allí estaba, en el salón de mi casa, esperándome. Bajé a verle emocionada, aunque en un primer momento fingí estar molesta. ¿Qué clase de amigo eres? ¿Cómo es que te presentas aquí sin anunciar tu llegada? Dije atropelladamente intentando impedir que hablara antes de que acabaran mis reproches. Pretendía sorprenderte, dijo por fin. ¡Vaya! Ya lo creo que me has sorprendido mal amigo, ni siquiera me dio tiempo a arreglarme para recibirte adecuadamente, bromeé. Me sorprendí feliz de tenerle allí delante". 

sábado, 19 de marzo de 2016

"DESDE MI VENTANA" LXIII

"Mi relación con Juan entraba en una espiral sin salida. Él insinuaba continuamente sus ganas por entrevistarse conmigo personalmente, yo me hacía la desentendida y él volvía a hablar de temas livianos que no despertaran mi suspicacia para no enfadarme y dejarle con la palabra en la boca, como hiciera no pocas veces. Ni era una amistad corriente ni era una relación más allá de una amistad. Era algo así como un sí pero no. Comprendí que la relación se estaba viciando y que necesitábamos ser menos metafóricos y hablar más claro, pero eso me llevaba a enfrentarme a discusiones directas y a decirle claramente que jamás consentiría una entrevista en casa. Y también tendría que soportar sus reproches claros y directos que ahora solapaba tras indirectas y perífrasis muy elocuentes y educadas. Decidí hablar claro y su caballerosidad supo adaptarse con elegancia a la nueva situación. Hablamos claro pero seguía intentando evitar que me enfadara. Prometió no insistir en los temas que yo evitaba y respetar mis silencios. Entonces me habló de Margarita. Y supe que nuestra relación jamás pasaría de la amistad.
Ismael volvió a recaer de lo que fuera que le hizo enfermar meses atrás pero esta vez no nos conformamos con dejarlo pasar con tratamientos-ensayo. Le llevamos a una clínica privada y le hicieron pruebas de todo tipo. Resultó ser una bacteria que se le instaló en los intestinos y que cuando se adormilaba le daba una tregua de aparente salud y cuando se reactivaba entraba en crisis y le causaba fuertes  dolores de cabeza, mareos y terribles nauseas. Dieron con el tratamiento adecuado y consiguió mantener a raya a aquella dichosa bacteria. La cual llamaron, creo recordar, helicobacter. A pesar de la preocupación inicial ante los resultados, nos quedamos tranquilos porque parecía haberse controlado el asunto y sobre todo porque conocer el causante parecía aminorar la gravedad de la enfermedad. Mamá e Ismael tomaron la decisión de vivir la vida como un regalo y no dejar que los días pasaran sin pena ni gloria. Desde ese momento planificaban viajes continuamente y no quedó puente ni fin de semana largo que no hicieran una escapadita a la montaña o a la costa. Esta visión positiva de la vida resultó ser fuente de más soledad para la chica de la silla de plata".

domingo, 6 de marzo de 2016

"DESDE MI VENTANA" LXII

"Entretanto, no dejaban de llegarme encargos para traducir. Por entonces me llegó una saga que llamaban The Legacy, de un autor de novela fantástica estadounidense. En este caso el trabajo consistía en llevarlo al castellano. El Legado, como se conocería poco después en España, inicialmente fue concebido como trilogía, como contaba en una entrevista su autor, Christopher Paolini, pero al final salió un cuarto libro, que cerró la saga fantástica del reino mítico de Alagaësia. Yo era feliz con este trabajo. Siempre adoré la fantasía. Bastante sórdida y monótona era la vida real. Deseaba, desde pequeña, que algo de esa fantasía tan intensa y presente en los cuentos y en mis películas favoritas, las de Disney o las de Steven Spielberg, tuvieran su réplica en el día a día convirtiendo a seres normales en seres mitológicos o legendarios. Quería pensar que había seres humanos especiales, entre los cuales, por supuesto, me hallaba yo, que percibían una fuerza, llámese energía o magia, que nadie más veía y que nos hacía especiales e invulnerables. Me pasé la infancia y parte de la adolescencia esperando ver un signo mágico en mi aburrida y monótona cotidianidad. The Legacy tenía ese hechizo de las historias que hablan de héroes ocultos tras la humilde apariencia de un ser normal y corriente que termina salvando al mundo. Había leído por gusto el primero de la saga, Eragon. Me encantó. Aquel joven campesino ingenuo e inocente convertido en héroe era mi modelo de fantasía preferido. Yo también quería montar en un dragón fabuloso que me paseara por el cielo y soltara bocanadas de fuego a todo lo que me amenazara. Traduje la colección y disfruté cada minuto de mi trabajo. 

Traducir El Legado me inspiró enormemente y retomé mi gusto por crear historias. Volví a escribir. Había olvidado lo gratificante que era dejarse llevar y montar historias casi de la nada, solo con mi ordenador y mi instinto para la creación. Nada importaba el resultado. Si eran bellas o no aquellas historias nadie lo sabría. Nacían y morían en mi mente y mis manos las hacían tangibles pasándolas a papel –un decir lo del papel porque no solía imprimrlo-. Impresas o en el ordenador, seguían siendo invisibles. Ya no las compartía ni con mi familia. Desde que Ismael entró a formar parte de nuestro hogar, leer mis cuentos en la cocina a la luz de la chimenea ya no era el momento cálido y especial que había sido en otro tiempo".

jueves, 25 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LXI

María vino un día a casa con la tez pálida y la tristeza instalada en sus ojos. Estaba enamorada de mi hermano pero las discusiones se hacían cada vez más frecuentes y había comprendido, muy a su pesar, que su relación con Luis le estaba perjudicando. Al contrario que a mi hermano, los resultados académicos a ella sí le preocupaban y por dar contento a Luis había reducido sus entrenamientos bajando así su rendimiento. Hablamos quedamente durante toda la tarde. No buscaba palabras de consuelo ni ayuda para influir en mi hermano, solo era una exposición abierta y sincera de su intención de dejarle y alejarse de su vida. Había pedido una beca para estudiar en Europa. Le daba igual donde, solo quería irse. Pidió países de tradición deportiva donde tenían especial cuido con la danza. Se marchó algo más sosegada. Me dio un beso lleno de ternura y me pidió disculpas porque pensaba también cortar su contacto conmigo puesto que todo lo que iba ligado a mi hermano le hacía daño y necesitaba mantener distancias hasta que cicatrizara. La entendí y la deseé suerte. 
Mi hermano no se lo tomó nada bien, como cabía esperar. No obstante, se le pasó antes de lo que imaginábamos todos. Su actividad deportiva se multiplicó y se impidió así mismo pensar en María. No volvió a hablar de ella.


miércoles, 24 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LX

María era una chica muy deportista y eso era un punto a su favor porque a Luis lo que más le atraía del mundo era practicar deporte y escribir. No le hacía ascos a nada, igual jugaba una pachanguita futbolera con los amigos que tenía un maratón de pádel durante tres días seguidos. No obstante, seguía siendo el aire fresco y dinamizador de mi casa. Ismael le consentía todo, ni siquiera se ponía serio cuando venía cabizbajo con sus aprobados justitos o áreas salvadas con trabajos. Yo no era tan condescendiente, no soportaba que desperdiciara sus capacidades porque vivía al día. Esta filosofía de vida le hizo perder a María antes de lo que yo me imaginaba. María era encantadora y divertida pero a la vez muy responsable y comprometida con sus estudios y su vocación con el baile clásico. Ella, igual que mi hermano, tenía una habilidad natural para cualquier deporte y en el instituto ganaba medallas en atletismo casi todos los años, como ya hiciera en sus tiempos de Primaria, pero su verdadera vocación era la danza y a ella le dedicaba al menos dos horas diarias, lo cual combinado con los estudios dejaba poco margen para la relación con mi hermano. Luis no soportaba que se encerrara a estudiar y que pusiera tanta pasión en un tema solo. Mi hermano era un picaflor, como le llamaba mamá. Quería probar todo lo que se le ponía por delante, de pequeño fue el futbol, después en el colegio aprendió a jugar al baloncesto con su profe favorito de educación física y, estando en el instituto, cuando se puso de moda el pádel y el bádminton, practicó ambos como si no hubiera un mañana.

martes, 23 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LIX

Los inviernos son fríos y largos en estas tierras castellanas pero aquel invierno estaba resultando especialmente riguroso. Luis estaba terminando la dichosa ESO. No terminaba de encontrar su vocación y salvaba los cursos a duras penas. No sacaba buena nota ni siquiera en lengua y literatura. Se le daba escribir cuentos como a nadie pero estudiar autores, obras y estilos literarios era harina de otro costal. Quise justificarlo con su relación con María, pero ciertamente era condición natural de mi hermano zascandilear de acá para allá y no poner su atención nada más que en lo que despertaba su curiosidad.Tan hábil en lo que se ponía, sacaba adelante cualquier tema al que le dedicaba más de diez minutos. El talento para el deporte y para escribir eran obvios pero estaba segura de que desarrollaría cualquier actividad con igual destreza. Qué desperdicio, le decía yo entre molesta y orgullosa de tener un hermano tan listo. Vamos hermanita, ¿quién necesita aprender lo que no interesa?, decía entre bromas. Nada que sonara a compromiso atraía su atención. De hecho, no se exigía así mismo nada que no fuera salvar los acontecimientos según se le ponían de frente. Sería esa la herencia de una infancia llena de altibajos emocionales y de una madre y una hermana que no hablaban nunca del pasado ni del futuro pues el primero ahogaba las ilusiones y el segundo no parecía traer consuelo.

domingo, 21 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LVIII

Apenas tres años tenía Luis cuando nuestra familia se rompió en pedazos pero había ya muchas cosas superadas ya y resultaba molesto y doloroso y hasta inoportuno recordar todo aquello. Mamá había encontrado la felicidad con Ismael. Luis se crió feliz entre dos mujeres que bebían los vientos por él. Ahora vivía intensamente con su preciosa novia. Corrían buenos tiempos. Era el momento de abordar y zanjar el tema de papá. Crees que… comenzó a decir mi hermano, uno de esos días que desayunábamos solos en la cocina, testigo de tantas risas y lágrimas. Dime, Luis, dije sin levantar la vista de mi taza de café. ¿Crees de veras que fue buena idea marcharse de casa? , terminó diciendo. Quería decirle que no, que la opción de abandonar a tu familia no es una opción. Quería decirle que un padre no puede rendirse jamás. Pero lo cierto es que era incapaz, con el sufrimiento diluido por los años y las decepciones vencidas o tal vez adormecidas, creía, y así se lo dije a mi hermano, que papá, dadas las circunstancias, hizo lo mejor para todos. Una crisis así no se resuelve si sigues en el epicentro del problema que lo origina y por doloroso que resulte, el problema de papá era su familia. 


Se marchó de casa un día que el desconsuelo le ahogaba tanto que sentía la presión en la garganta imposibilitando la entrada de aire. El día que se marchó dejó una nota en la cómoda de la alcoba de matrimonio. Dijo haberla escrito con tanta angustia que el estómago se la devolvía en forma de arcadas. Pobre papá. Pasar aquel duelo en soledad fue especialmente duro, nos contaba. Tras tocar fondo, solo y viviendo en condiciones penosas se fue liberando de sus presiones. Superada la peor fase quiso contactar con mamá pero mi madre había sufrido tanto con la partida de papá que no pudo perdonárselo. Por último, papá nos pedía que, si seguir viéndonos no era posible, al menos, lo perdonáramos; lo necesitaba para continuar con su vida. Yo lo perdoné desde el fondo de mi corazón. Sentí el impulso irrefrenable de abrazarlo pero me quedé atada a mi silla, tras la pantalla del ordenador, sin decir una sola palabra de consuelo. Mi hermano zanjó la reunión levantándose, cerró el ordenador y perdí de vista aquellos ojos, tan adorados en otra época. ¡Papá!, dije apenas en un resuello.

sábado, 20 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LVII

A pesar de haberse echado una novieta, como decía Ismael, mi hermano seguía siendo un chiquillo, al menos para mí. Afortunadamente, cuando se serenó un poco su pasión por María, volvimos a recuperar nuestras acostumbradas charletas, nuestras bromas y nuestros momentos de intimidad fraternal, tan tiernos como añorados. Uno de esos días vino algo más serio de la cuenta. ¿Qué pasa my Little brother?, como le decía yo cariñosamente cuando estábamos solos. No pasa nada hermana, me dijo, aunque seguía sin sonreir. ¿Qué sucede, pues?, quise saber. Quería hablar de mi padre. Llevaba tiempo pensando que tenía que cerrar ese capítulo de su vida. Tuvimos el encuentro en la cafetería del pueblo donde mi padre dio sus razones mientras Luis y yo –desde mi cuarto, parapetada tras el ordenador- le observamos en silencio durante más de dos horas. No hubo réplica  ni reproches. De hecho, no hubo nada. Le dejamos hablar y cuando calló, mi hermano desapareció, llevándose consigo el ordenador y mis esperanzas de recuperar a mi padre, con un triste hasta luego. Después, no encontramos momentos para hablar entre nosotros sobre aquel encuentro.

Papá estaba enamorado de mi madre. ¿Qué pasó entonces? Sin duda nada que de consuelo a dos niños abandonados por su padre en su más tierna infancia. Como yo lo recordaba, no había sido nada que surgiera de la noche a la mañana. Sufrió una crisis personal, poco a poco se fue hundiendo una depresión de la que no supo el origen, como dicen todos los implicados en un proceso depresivo. No sabía ni cómo ni por qué sentía que la vida se le convertía en una carga inmensa. La vida en pareja, el trabajo, los hijos, los problemas derivados de mantener un hogar… todo se fue transformando en una losa inmensa que, situada en su espalda, le encorvaba el cuerpo y el alma. Sintió, nos confesó, ganas de morir y tenía miedo de sí mismo y de su incapacidad de superar el día a día. Tuvo que marcharse, dijo al fin. Temía hacernos más daño quedándose en casa que marchándose. Me resultó tan dramático que no encontré palabras. Yo observaba a Luis y su cara era una mezcla entre incredulidad y horror. No supe que pensaba. 

viernes, 19 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LVI

Te invito a un concierto de Sting, me propuso Juan vía chat. No bromees con eso. Él sabía de mi pasión por el pop rock inglés. Estaba al tanto de mi devoción por U2, The Police, Elton John, Phil Collins y otros no tan británicos ni tan pop pero que hacían las delicias de los jóvenes en las discotecas del momento. Oh, my God!, le decía yo entre bromas a Juan en muchas de nuestras conversaciones cuando salía el tema de la música actual. Mi contacto con esa música que llenaba mis silencios venía por mi gusto por escuchar la radio, particularmente cuando hacía tareas de poner orden en mi cuarto o en mis papeles; para mis otros silencios, los de sentarme a leer o a contemplar la imagen que me llegaba a través de mi ventana, prefería escuchar la música clásica que me proporcionaba el ipod que me regaló mi amiga. No tiene gracia, insistí. No es broma, Ella, argumentó sin hacer caso de mi enfado, Sting se reúne de nuevo con los miembros de ThePolice e inicia una gira mundial que comienza en Vancouver y pasará por Barcelona y Bilbao entre otras ciudades del mundo. Se me helaba la sangre de la emoción. Pero por qué diablos me lo contaba, me preguntaba. Ella, aún falta para que llegue a Barcelona, no te parece que es un buen momento y un excelente motivo para plantearte salir de tu nido protector. ¡Maldita sea!, sabía que tenía razón, pero que poco me gustaba escuchárselo. Dejemos el tema, rogué. Sabía que presionándome no conseguiría nada, así que intentó relajar el ambiente proponiéndome ir viendo los conciertos previstos en las distintas ciudades del mundo vía Internet. Eso me gustó más y le agradecí el esfuerzo por disimular su frustración. Salir de casa seguía siendo un objetivo y una carga a partes iguales y necesitaba planteármelo de una buena vez, pero yo sola. Sola ante el vacío inmenso que sentía cada vez que me atrevía a pensar en romper las cadenas con mi hogar físico y espiritual.

miércoles, 17 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LV

Luis fue remontando. Por fin volvía a aparecer su adorada sonrisa. Ya hablaremos largo y tendido sobre lo de papá, me dijo tras llamar a mi puerta y dejándome con la palabra en la boca. Comenzó a salir con frecuencia. Cada vez paraba menos en casa. Ya no me cuentas nada, me quejé. Ay, hermanita, hermanita, dijo mientras me hacía reír haciéndome cosquillas. Bien sabía él como desarmarme. Cuando jugueteaba conmigo de ese modo y se echaba a reir con la espontaneidad de un niño no podía reclamarle nada. Creo que tienes novedades que contarme, dije en un último intento por mantener una conversación, pero mi hermano ya no escuchaba. Había salido por la puerta poniéndose la chaqueta al tiempo que daba un portazo. Chao, hermanita, nos vemos a la cena, le oí decir al otro lado de la puerta.
Como no podía ser de otro modo, dos semanas después apareció con una chica. Mamá se quedó pasmada. Se repuso al momento y se deshizo en sonrisas y cumplidos hacia la joven que no se despegaba de Luis. Era una monada, pelirroja, esbelta, con cara de lista y sonrisa fácil. Cierto es que estaba algo cohibida pero era natural. Pronto descubriríamos que la tímida, de pelo color sol a media tarde, era más espabilada y dicharachera de lo que nos pareció el primer día que vino a casa. A Luis se le veía enormemente feliz. Que miedo me daba tanta felicidad. No quería ser agorera pero en mi interior, y por experiencia propia, asociaba emociones intensas con desilusiones desproporcionadas. O sea, tras la felicidad más dulce y loca venía la frustración y el dolor. No fue así, al menos durante un tiempo. Mi hermano gozó de una bonita relación que tenía sus altos y sus bajos pero que, a todas luces, le compensaba pues la cara de bobo se le activaba cada vez que mencionábamos a María, que así es como se llamaba la joven. De un modo u otro mi hermano se distanciaba de mí. Cuando apareció Ismael, se agarró a la pareja de mamá como cachorro que encuentra cobijo. Cuando papá entró en nuestras vidas, se encerró física y moralmente en su habitación y en su dolor, por este orden. Y con la aparición de María en su vida, yo no parecía hacerle falta para nada. Visto lo visto, volveré a mis papeles, a mis libros y a mi ventana que son los únicos que representan una constante en mi vida, dije entre mí.

martes, 16 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LIV

Juan comenzó a escribirme cartas que me llegaban por correo ordinario. Se me ocurrió decirle un día que con tanta modernidad habíamos perdido algunos encantos de recursos que en otro tiempo eran imprescindibles. Le comenté que echaba en falta abrir el buzón y encontrarme las postales de mi amiga enviadas desde cualquier rincón del mundo. La primera carta fue una sorpresa increíble. Me resultó tan peculiar que me daba miedo abrirla. Era una carta bellísima. Hablaba de sus inquietudes, de su infancia, de sus vivencias antes y después de nuestro primer contacto en la red. Pero no solo era una relación de eventos o anécdotas. Era un auténtico relato contado a modo de cuentacuentos. Buscando la armonía, el vocabulario, el tono… levantando expectación a veces y manteniendo una especie de belleza literaria más cercana al género lírico que al narrativo. ¿Cómo era posible que escribiera tan bonito y no lo hubiese apreciado en nuestra relación “escrita” de hacía ya más de un año? A esa primera carta le siguió otra la semana siguiente y otra más una semana después. Después de la tercera me hice verdaderamente adicta a sus historias. Sin embargo se detuvo el correo y me quedé ensimismada esperando entre incrédula y delirante. Descubrí que todo ese tiempo de correo ordinario no había entrado en la red y abrí el ordenador con los dedos temblorosos esperando una respuesta a su silencio. Allí estaba él, esperándome. ¿Dónde andas?, me dijo. No llegó tu carta de esta semana, reproché. Ah, ¿pero las has recibido?, dijo sin aspereza. ¡Maldita sea!, ni le había contestado a las cartas ni había entrado en mi página para mencionar lo mucho que me gustaban sus misivas. ¿Cómo narices iba él a saber el efecto que me estaban causando sus cartas? ¡Dios!, como lo siento, comencé diciendo, estaba tan ensimismada con tus escritos que no reparé en transmitirte mi entusiasmo, me disculpé. Podrías seguir con tus relatos, supliqué. Me alegro que te haya gustado, respondió lacónico. Pero, ¿me seguirás escribiendo?, insistí. Preferiría conversar contigo. Ya lo hacemos, dije haciéndome la despistada y comprendiendo al instante lo que intentaba decirme. Me llama mi madre, he de irme. Hasta otro momento, corté. Ella… fue lo último que leí antes de cerrar mi ordenador.


sábado, 13 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LIII

Mi hermano accedió a encontrarse con mi padre, pero puso condiciones. Sabía que mamá sufría cuando surgía cualquier tema relacionado con papá, así que su primera condición fue que nuestro encuentro tenía que ser secreto. Pedía a mi padre que tras este encuentro no hiciera ningún intento por volver a contactar. Y su tercera condición era que no lo tratara como un hijo puesto que no había sido su padre, su padre era Ismael. No hace falta decir que a papá todo esto le dejó desolado, sin embargo, no estaba en condiciones de exigir absolutamente nada y no lo hizo. Llegó el día concertado. Quedamos en una cafetería en el centro del pueblo. Mi pueblo no es excesivamente grande pero cafeterías y bares no le faltan. Quedamos en la cafetería favorita de mi padre. Solía llevarnos allí a desayunar a mi madre y a mí algunos domingos o días festivos antes de que naciera Luis. Aquella reunión, tensa hasta decir basta, se hizo especialmente peculiar pues mi presencia fue tras la pantalla de un ordenador. Pedí a mi hermano que se reuniera con él pero Luis dijo que si yo no iba él tampoco estaba dispuesto a ir. No se me ocurrió otra cosa que el recurso que ya había usado en otras ocasiones, la vídeo conferencia. Papá estaba repuesto, mucho mejor que en la fotografía que me envió por correo años atrás. Comprendí que estaba viviendo una etapa de recuperación aunque la sonrisa enlos labios iba acompañada de la tristeza de sus ojos.

Durante un tiempo mi hermano evitó hablar del encuentro con mi padre. Conocía bien a Luis, cuando lo necesitara vendría a mi cuarto, tranquilo y reservado, como él era, especialmente en los momentos más serios, y comenzaría una de esas conversaciones emotivas y sinceras que acababan en un abrazo que me derretía el corazón. Dejé pasar el tiempo pero me preocupaba mi hermano, no tenía muy claro si su tristeza estaba originada porla situación que había surgido con papá o por otros temas que tuviera mi hermano y que no había compartido conmigo. Que mi hermano tuviera algún asunto que le inquietara y que no me hubiese puesto al corriente de ello era algo que no soportaba. Olvidé el tema y me centré en mi trabajo, que se me iba amontonando con tanta historia familiar. Y, como estaba previsto, Luis llamó a mi puerta.

viernes, 12 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LII

Llegó el momento de retomar el asunto de papá con Luis. Tras la muerte de la abuela, mi hermano se encerró un poco más en sí mismo y se volvió algo más inasequible. Papá no dejaba de insistir, quería recuperar su relación con sus hijos. Ahora se sentía fuerte y necesitaba resolver asuntos pendientes. ¡Vaya!, en eso nos habíamos convertido, en asuntos pendientes. Su premura y su insistencia me molestó sobremanera. Tantos años sin noticias, consintiendo que nuestra infancia se desarrollara sin el afecto y la compañía de un padre,  por no mencionar las carencias económicas a las que nos vimos sometidos durante los primeros años, y ahora demandaba su derecho a recuperar su tiempo perdido. Yo no estaba dispuesta a presionar a mi hermano y no lo hice. Luis necesitaba su tiempo y no sería yo quien lo agobiara. Finalmente fue él que me demandó más información sobre ese supuesto padre que una vez tuvo y del que no recordaba absolutamente nada. Un sábado, víspera de carnaval, mientras mi madre hacía su turno de mañana en la biblioteca, llamó a la puerta de mi cuarto. No sé si quiero saber… comenzó diciendo sin mucha convicción. Siéntate mi cielo, le dije suave y tierna como quien se dirige a un bebé que duerme serenamente. Era bueno y sencillo, empecé a contarle, reía y hacía reir con facilidad. Hacía feliz a mamá y daba a nuestro hogar el calor que da la persona que trae el sueldo, la confianza, el cariño y la seguridad. ¿Qué pasó, entonces? Buena pregunta, confesé. Buena pregunta, hermano, repetí con los ojos fijos en el peluche que me regaló mi padre cuando cumplí los seis años. No lo sé, continué. ¿Quieres que nos lo cuente? le inquirí, sin subir el tono. Sé que es difícil entenderlo, pero yo necesito saber… Tiene que haber una explicación, tiene que haberla…

jueves, 11 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" LI

Hablar con Pablo sobre la pérdida de la abuelita fue un consuelo. Como poeta y amigo era todo sensibilidad y empatía. Cuánto le agradecí sus largas charlas a través del ordenador. Ya se había marchado a Tokio. Seguía escribiendo poesía pero entre el doctorado y su trabajo de investigador, apenas tenía tiempo para deleitarse en su silencio, que era el alimento natural de su meditación y por lo tanto de las emociones que luego convertía en versos. Necesitaba trabajar para mantenerse pues la vida en Japón era cara y las ayudas estatales no daban para mucho. Tenía tanta confianza en mi criterio que me pedía asesoramiento y me enviaba sus poemas para que los revisara y le diera mi opinión. La amistad de Pablo equivalía a ese complemento que sientes que te hace más completa e interesante la vida. Pablo, al igual que Alicia y que Juan insistía en que debía dejar mi prisión. Rompe tus cadenas sicológicas y las barreras físicas desaparecerán como por encanto, decía en tono conciliador pues sabía que no me gustaba hablar de ese tema.
Juan quiso saber los motivos de mi tono amargo en las últimas conversaciones. Qué podía decirle si ni yo lo sabía. O sí. Desde hacía años luchaba por no convertirme en una persona gris y amargada y muy a mi pesar esa era la imagen que le llegaba a él. Como decirle que el hecho de no estar a la altura de sus expectativas me entristecía más que perderme los paseos que tanto anhelaba desde mi ventana, que las crisis emocionales de mi hermano, que los cambios de humor de mi madre y que la misma pérdida de mi abuela a la que adoraba. Como decirle que llevaba meses soñando con el roce de su piel, con el calor de sus palabras en mis mejillas… que llevaba una eternidad –antes de conocerle incluso- teniendo una relación sentimental con él, que no existía más allá de mis ensueños y fantasías.

martes, 9 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" L

Pero mi ausencia de la red era más pretendida que casual. En Navidad me pongo especialmente nostálgica y la sensibilidad me sale por los poros de la piel. Tenía tanto miedo que las palabras de Juan, sin pretenderlo, me hirieran que prefería sufrir su ausencia que saber de su existencia. No pude resistirme y entré en mi face. Buscaba un Feliz Navidad y todos esos tópicos de esas fechas. No había ningún mensaje. ¡Dios! Él tampoco había entrado desde hacía más de una semana. Se habría enredado en temas familiares, quise justificarlo. Opté por ser yo la que usara el saludo navideño implorando para mis adentros que hubiera alguna respuesta. Salud, Paz, Amor y buenas razones para continuar la lucha diaria, esto último lo añadí con el fin de aportar a mi saludo un toque personal que lo alejara del saludo de la mayoría. ¡Hola, amiga!, respondió sacándome la más amplia de las sonrisas.
Poco después de las vacaciones navideñas, la abuela enfermó. Abuelita, abuelita, decía mi hermano en un susurro cuando se acercaba a su cama. Vamos Luis, deja descansar a la abuela, le pedía mi madre con ternura. Mi hermano sentía que se le iba uno de los pilares de su subsistencia emocional y no quería separarse de ella. Vale, me callo, suplicaba, pero déjame quedarme aquí otro poquito más. Pero no callaba. Pasó los últimos días de la vida de la abuela leyéndola las historias que escribí en otros tiempos, algunas de las de aquellos suplementes dominicales publicadas tiempo atrás y otras guardadas y olvidadas en un cajón de mi viejo buró. Léela a la abuela tus cuentos Luis, le decía en tono cómplice para que mamá no se enterara de que no dejábamos dormir a la abuela. Tus historias llegan más al alma, me contestó mi hermano con los ojos vidriosos. La abuela permaneció en semi-coma al menos dos semanas. Ni mi hermano ni yo quisimos dejarla sola un solo instante y mi madre a pesar de sus aparentes enfados por no dejar a la abuela tranquila, sonreía con tristeza y cerraba la puerta con sigilo dejándonos allí dentro hablando, en un susurro ininterrumpido, con la abuela. Murió como vivió, con suavidad con elegancia, sin dolor, todo en ella era dulzura y fuerza a la vez. A pesar de que éramos conscientes de que la abuela se hacía mayor, no estábamos preparados para perderla, no aún.

lunes, 8 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XLIX

Mantuve contacto con Pablo Barrios. La traducción de su libro de poesías fue un reto y una satisfacción a partes iguales. Descubrí el alma de Pablo a través de sus versos y cuanto más ahondaba en su poesía más me gustaba su yo más profundo, ese yo que ocultaba bajo su elegante apariencia y su elocuencia de persona bien formada y mundana. Entendí por qué no quería ser él el traductor de su obra. Era tan bella tal cual que traducirla era como cubrirla con un ropaje estentóreo y absurdo. Casi me pareció pecado trasladarla a otra lengua. Barrios me llamó dos meses después de la publicación de sus libros traducidos al inglés y al francés. Estaba exultante. Hizo la presentación del libro en Nueva York en una pequeña y coqueta sala que llenó con sus amistades y conocidos. Hizo uso de todos sus contactos y preparo un evento precioso que para mi deleite grabó en video conferencia. Ni que decir tiene que Pablo me invitó e insistió en que le acompañara. Ni el encanto de Pablo Barrios ni su labia ni su acaramelada voz zalamera consiguieron sacarme de mi jaula. Nadie puede luchar contra el encierro cuando el carcelero eres tú mismo.

Juan reclamaba mi atención. Estaba tan ensimismada con el asunto de mi padre y la reacción de mi hermano que descuidé mi página de internet. Apenas escribía y casi todo el tiempo lo pasaba sumida en mis reflexiones y ayudando a mamá a preparar la casa para recibir la Navidad. Se respiraban aires extraños, por un lado la alegría de tener a Ismael de nuevo en casa. Con la enfermedad bajo control, sentíamos que era imprescindible vivir el momento y saborear lo que teníamos. Nuestra familia estaba restructurada y gozaba de una calma y una felicidad suave pero contundente. Ismael, con sus energías renovadas y su dura experiencia superada, se había vuelto más locuaz y bromeaba con todo. Pidió, exigió, a mamá una navidad llena de tópicos, con su cordero asado, sus adornos de espumillones por toda la casa, árbol de Navidad, Nacimiento con su Niño y todo. Todo, todo, todo repetía con la sonrisa de un niño caprichoso. Mamá estaba encantada pero no le faltó trabajo, desde comprar mil y un adornos a rescatar las viejas recetas de la abuela. Por otro lado, mi hermano, se esforzaba por dar gusto a mamá pero se encerraba en su cuarto con mucha más frecuencia de lo que me hubiera gustado. Yo buscaba momentos íntimos para retomar la conversación sobre papá pero él me esquivaba y suplicaba que le dejáramos tranquilo pues estaba en vena y necesitaba escribir.


sábado, 6 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XL VIII

Esa conversación con mi hermano se hizo esperar porque Ismael enfermó y el ambiente en casa era tenso. Mamá estaba terriblemente preocupada. Yo no veía por qué, no me parecía tan grave. Fiebres y vómitos frecuentes era el día a día de Ismael que adelgazaba a ojos vista. A poco que cogieras un virus de temporada la fiebre y el estómago revuelto te acompañaban sin remedio. Hasta ahí todo más o menos bien, el problema era que no daban con la causa e Ismael perdía color y masa muscular al unísono. Mi falta de preocupación disgustaba a mamá pero no era desinterés era que confiaba, con toda sinceridad.Estaba convencida de que  no iba a ser más que un episodio desafortunado de desaparecería antes de que nos diéramos cuenta. No fue así. Tuvieron que ingresarle porque se deshidrataba sin remedio y mientras no dieran con el origen y el tratamiento adecuado necesitaba una vía con suero y medicación para combatir las fiebres. Fueron tres meses de locura pero de igual modo que vino, como por arte de magia, desapareció. ¡Qué consuelo! Al final llegó a preocuparme. 

Estando ya Ismael en casa pedí audiencia a mi atareado hermano. Aún rondaba los catorce pero su adolescencia, al menos la problemática y rebelde, había comenzado prematuramente y afortunadamente también desapareció antes de lo habitual. Todo en mi hermano era rápido e indoloro. Yo aún le llamaba mi ángel. Tenemos que hablar seriamente, comencé a decir. Se quedó parado mirándome, estaba acostumbrado a las conversaciones serias desde pequeño. Supo desde muy pequeño que los Reyes Magos llegaban a las casas de los niños cuyos padres ganaban más dinero que nosotros. Comprendió desde muy temprana edad que no tener padre era un hándicap, particularmente en el patio de recreo del colegio, donde sufrió los insultos y burlas de algunos niños. Convivía con una persona atada a una silla y a una casa. Y escribía cuentos infantiles mientras sus iguales solo pensaban en el botellón y similares. Los “similares” eran los que más nos preocupaban a mi madre y a mí pero mi hermano nos tranquilizaba diciendo que su pasión era el deporte y esto le alejaba de los peligros que acechaban a los chavales de su edad. Me disponía a hablar pues  con un chico con la cabeza muy bien amueblada, eso sí, algo díscolo en cuanto a asuntos escolares se refería, pero que, por encima de todo, adoraba a su madre y a su hermana y que respetaba y valoraba al que hacía las veces de padre, el único que él había conocido hasta el momento. Su cara era un auténtico poema. Nada que ver con lo que yo imaginaba. Tenía un padre que vivía y que preguntaba por él. No sé cómo no me di cuenta de que tanta madurez también implicaba un espíritu crítico que no se conformaría con cualquier explicación.

viernes, 5 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XL VII

"Mi hermano maduró antes de la media de su generación. Mientras que los chavales de su edad intercambiaban cromos y pegaban chicles en los bajos de las sillas del cole, mi hermano, sin perder  ni gota de su espontaneidad infantil, compartía conversaciones conmigo y con mi madre sobre la necesidad de ahorrar que había en casa para poder salir adelante. Si bien es cierto, intentábamos, en la medida de lo posible, evitarle los temas más escabrosos. Queríamos que viviera su infancia pero que no fuera un niño ñoño y sobreprotegido que desconociera los esfuerzos que hacían su madre y su hermana para que a él no le faltara lo imprescindible. Afortunadamente aquello no duró demasiado. Mamá, tan luchadora y resuelta como siempre, superó su pena por la pérdida de papá y reunió fuerzas para trabajar hasta el desgaste físico y moral. La cosa mejoró considerablemente desde que Ismael asumió el rol de hombre de la casa. Cierto es que me chirriaba su presencia en nuestras vidas en un principio, pero no podía negarle a mamá la posibilidad d­­­e rehacerse y sobre todo de mejorar su calidad de vida. Pudo dejar su segundo trabajo, el de cuidar a personas enfermas y se quedó en la biblioteca, que era el trabajo que la hacía feliz".

jueves, 4 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XLVI

"Mantuve el contacto con Juan a través de la red. Su tono de nuevo sonaba cálido y sincero. Ya no mencionaba a Adela y yo se lo agradecí en silencio. Sus sencillos y breves pero continuos mensajes acariciaban mis sentidos. Yo le respondía en el mismo tono, familiar y cercano. Parecíamos viejos amigos compartiendo recuerdos. Evitando siempre enfrentarnos a temas comprometidos manteníamos cierta distancia con la realidad. No me mencionó en ningún momento el lamentable suceso de su visita frustrada y yo lo prefería así, no obstante, me sonrojaba de vergüenza cada vez que leía entre líneas su deseo de verme en persona. Y llegó un, ¿no te lo había dicho? Hace tiempo que no sé nada de Adela. Deseaba ignorar su mensaje pero qué clase de amiga no le dice un, ¿y eso? Me explicó que se fueron distanciando sus citas y terminaron comunicándose prácticamente por internet hasta que también fue desapareciendo la comunicación poco a poco. Todo iba bien, no divertíamos, pero no había magia, dijo, y quedó en silencio esperando mi respuesta. ¿Crees en la magia?, le dije, consciente de que me estaba saliendo del halo protector de las conversaciones mundanas y controladas que evitaban el compromiso y se alejaban de posibles riesgos.

   Llegó una carta a mi nombre sin remitente. Sonreí como una colegiala. La abrí nerviosa como una chiquilla. Qué original, pensé, en la era de las redes y de la mensajería por telefonía, una carta al más puro estilo tradicional me parecía algo muy romántico. Era una carta de papá.¡Vaya!, no pude evitar pensar. Dentro del sobre había una fotografía de mi padre. ¡Estaba tan cambiado! Había envejecido. Papá, susurré mientras rozaba con mis dedos su imagen. Vivía solo, me contaba, con un perro que recogió en la calle y que salía en la foto con cara de bueno. Quería vernos a mi hermano y a mí. Era el momento de hablar con Luis con la claridad y la cordura que exige la verdad con mayúsculas. Por increíble que parezca, nunca le habíamos explicado a mi hermano lo que pasó y consentimos que se hiciera mayor pensando que él no tenía padre. Menos mal a la aparición de Ismael que tan resueltamente cubrió ese vacío en la vida de Luis a la vez que devolvió la juventud y las ganas de vivir a mi madre".


miércoles, 3 de febrero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XLV

"Estaba en mí. La solución a todos mis problemas estaba a mi alcance. O asumirlo o superarlo, me dije. El tiempo pasa y estoy cansada de postergar las promesas que me hice cuando creía en la posibilidad de cambiar mi destino. Seguía allá en lo más profundo de mi ser una voz que reclama el derecho a la lucha. Continuaba esperando que al levantarme un día mágicamente me lanzara a la calle y por fin recibiría al día al otro lado de mi ventana. Seguía soñando, como diría la de Castro, con la eterna primavera de la vida y de los campos… Confundí soñar con posponer y dejé de plantearme superar mi horror a salir de casa esperando “¿qué?”, esperando nada. La posibilidad de un encuentro con Juan, el viaje soñado con mi amiga del alma, editar el libro de mi historia personal… ¿es que acaso no tenía estímulos suficientes para plantarle cara a mis fantasmas de una buena vez?

Mantuve el contacto con Juan a través de la red. Su tono de nuevo sonaba cálido y sincero. Ya no mencionaba a Adela y yo se lo agradecí en silencio. Sus sencillos y breves pero continuos mensajes acariciaban mis sentidos. Yo le respondía en el mismo tono, familiar y cercano. Parecíamos viejos amigos compartiendo recuerdos. Evitando siempre enfrentarnos a temas comprometidos manteníamos cierta distancia con la realidad. No me mencionó en ningún momento el lamentable suceso de su visita frustrada y yo lo prefería así, no obstante, me sonrojaba de vergüenza cada vez que leía entre líneas su deseo de verme en persona. Y llegó un, ¿no te lo había dicho? Hace tiempo que no sé nada de Adela. Deseaba ignorar su mensaje pero qué clase de amiga no le dice un, ¿y eso? Me explicó que se fueron distanciando sus citas y terminaron comunicándose prácticamente por internet hasta que también fue desapareciendo la comunicación poco a poco. Todo iba bien, no divertíamos, pero no había magia, dijo, y quedó en silencio esperando mi respuesta. ¿Crees en la magia?, le dije, consciente de que me estaba saliendo del halo protector de las conversaciones mundanas y controladas que evitaban el compromiso y se alejaban de posibles riesgos".

lunes, 1 de febrero de 2016

Técnicas de Escritura


Descripción
Exposición
Narración
Persuasión
Comparación y Contraste

sábado, 30 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XLIV

Tan bochornoso fue el episodio de la visita de Juan que me dejó bloqueada durante semanas. Ni trabajo, ni lectura, ni ordenador… solo silencio. El silencio y mi ventana. Llena de vida e insultantemente hermosa llegó mi amiga Alicia. Meses hacía que no la veía. Me contó innumerables historias, batallitas, anécdotas… Había conocido a muchísima gente nueva. Se había enfrentado a situaciones increíbles y superado dificultades y tareas que en otro tiempo le habrían parecido insalvables. Estaba radiante. Había cambiado una barbaridad. Su presencia llenaba de luz y alegría mi cuarto. Charlamos y charlamos hasta la extenuación. ¡Qué gusto me daba escucharla! Lo más triste de la visita de mi amiga es que se marchaba una vez más al extranjero y no volvería hasta pasado el verano. Seis meses en Copenhague, otros seis en Múnich y el verano a trabajar a Cambridge donde compartiría piso con Angelina, una vieja amiga de colegio. No me lo podía creer, era Angelina la plasta, como la llamábamos de pequeñas, la que compartiría sueños y aventuras con mi amiga y no yo. Tantos planes me abrumaban como si fuera una carga que tuviera que llevar yo sobre mis hombros. Antes de marcharse se giró y sonriendo ampliamente me dijo sin darle demasiada importancia, mi próximo proyecto eres tú, vete preparando. No entiendo, dije con indiferencia. Este año acabo doctorado y el que viene me marcho a New Jersey. Ah, muy bien, le dije, ¿y? Cómo que ¿y?, respondió algo molesta. ¿Es que no te acuerdas cual era nuestro sueño cuando éramos pequeñas? Hace mucho de eso, contesté quitándole toda la intención que pude. 


¡La universidad de Princeton!, exclamó casi en un grito. Prometimos que iríamos juntas a terminar nuestros estudios a la universidad más prestigiosa de Estados Unidos. Ya, y también queríamos ser bailarinas y recorrer el mundo en bicicleta, le contesté amargamente. Querida amiga, digo obviando mi tristeza, vendré a por ti y dejaremos con la boca abierta a los americanos. Ya hemos terminados nuestros estudios, dije, con el peso aplastante de la lógica. Haremos el curso de fotografía e imagen que tanto deseábamos. Viviremos de nuestro trabajo y disfrutaremos de nuestra ilusión de la infancia. Nadie nos lo arrebatará, con nuestro curriculum entraremos en la universidad sin problema. No quiero excusas. Te doy un año".

viernes, 29 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XLIII

Juan siguió insistiendo en que quería verme. No podía ser. Estaba claro que ya no había nada que esconder, él sabía de mi silla de ruedas y de mi pavor por pisar la calle. Me propuso venir a verme a casa. De ningún modo, le contesté. ¡Lo deseaba tanto! Verle en persona, tenerle delante de mí como había tenido a Pablo Barrios, el poeta. Sentir la calidez de sus manos en el saludo. Escuchar su voz. De ningún modo, insistí. Era evidente que ya no podía defraudarle más pero una cosa era saber de mis limitaciones y otra, muy distinta, verme atada a mi silla y a mis miedos. No, definitivamente, no podía venir a verme. Confieso que estuve tentada a sucumbir, su insistencia me halagaba y me seducía. Mamá llamó a la puerta, la merienda, dijo en su tono afable habitual. Al entrar me sonrió, puso la bandeja sobre mi mesita de trabajo. ¿Cómo vas con el libro de Barrios?, dijo como si nada. Regular, respondí, es una poesía muy intimista y llevarlo al inglés cuesta. Hay alguien que quiere verte, soltó sin pestañear. Me dio un vuelco el corazón. ¡No!, salió de mi garganta como en un gemido. ¡No mamá, por favor, no! Debí mudar el color, mi madre se asustó. No mi cielo, me dijo suavemente, si no quieres no lo hago pasar. Con mis veinticinco años recién cumplidos solo tenía mi familia, mis libros y mi enorme sentido del pudor. Me daba una vergüenza mortal que estuviera allí en el salón de mi casa y no permitirle verme ni por un instante pero tanto era lo que me importaba que no podía dejar que me viera tal cual. ¿Absurdo? Puede. Necesitaba más tiempo. No sabía para qué pero necesitaba más tiempo.

jueves, 28 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XLII

"Estaba en mi cuarto repasando mi último trabajo. Me habían encargado traducir a inglés un libro de poesías de un autor local. En principio no parecía ser un trabajo de gran proyección pero resulta que Pablo Barrios, que así se llamaba el poeta en cuestión, había vivido en Nueva York durante dos años y gran parte de los poemas habían nacido en aquella ciudad. Muy extraño me pareció que si el tal Barrios había vivido en Estados Unidos y dando por sentado que dominaría el inglés no lo escribiera él mismo en la lengua anglosajona. Tuve una entrevista con él muy interesante y curiosa. Era un joven que llevaba viajando desde apenas cumplidos los dieciocho. Un año en Alemania con Erasmus, otro en Reino Unido y, tras dos años en Salamanca, se fue a completar sus estudios con un master en los Estados Unidos. Era un auténtico políglota. Hablaba Español (por parte de madre), Catalán (por parte de padre), Alemán, Inglés y francés por formación y chapurreaba el italiano por su compañero de piso de los últimos tiempos. Estudió Física y Química,  trabajaba en una compañía internacional que tenía laboratorios repartidos por los países más representativos del mercado internacional. Total que era una auténtica eminencia. Sin duda, una mente privilegiada. Empezó a escribir los poemas durante su primer curso en el extranjero y decidió publicarlo estando ya en Nueva York, donde escribió la mayoría de ellos, finalizando así una etapa de su vida que consideraba había sido de transición pues había decidido, acabado el máster, hacer el doctorado en Tokio. Me tenía totalmente deslumbrada. Vino a verme a casa después de que le recomendara uno de mis clientes habituales revisar mi trabajo y confiarme su obra. Pasamos horas hablando. Hacía tiempo que no me sentía tan cómoda hablando con alguien. Mi primera pregunta no podía ser otra que como era posible que delegase en otros la traducción de su obra con los conocimientos que él tenía de idiomas. Escribió los poemas de un modo muy sentido y desde lo más profundo de su ser, los escribió en la lengua que le había visto nacer y deseaba mantener esa esencia. Al traducirlos él mismo le hacía ver sus propios poemas como en la distancia y ese papel prefería dejárselo a otros. Sin duda, repasaría las traducciones pero quería que fuera otra persona quien trasladara aquellas palabras cargadas de vivencias y emociones a otra lengua".



miércoles, 27 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XLI

"Llamaron al timbre. Era Ismael, que había perdido, una vez más las llaves de casa. Algo tenía que tener, no podían ser todo virtudes. Era un auténtico desastre, tenía una memoria prodigiosa en cuanto a lo académico pero para la vida cotidiana era absolutamente despistado y despreocupado. Mamá se reía como loca cuando Ismael contaba sus anécdotas en el instituto. Los compañeros le llamaban San Cucufato, porque se pasaba la vida invocando a este santo para que le aparecieran las llaves, la cartera o la chaqueta, que también la perdió de vez en cuando. Algunas veces nos hizo pasar verdaderas fatigas, como aquel día que perdió el recibo para recoger el traje de fiesta de mamá. Iban a salir de cena de fin de año. Todo un evento. Mi madre jamás, y digo bien, jamás había tenido una verdadera cena de gala. Salir a cenar, alguna vez, pocas para ser precisos, pero una cena con vestido de noche y baile, nunca. Era como un sueño hecho realidad. Ismael le compró un vestido precioso. Le sentaba a mamá como un guante. Parecía una auténtica princesa. A pesar de que ya no era una chiquilla tenía un tipazo y desde que conoció a su querido profesor de literatura la cara le había rejuvenecido diez años. Pero el vestido necesitaba un pequeñísimo arreglo. El escote era algo pronunciado para la pudorosa ama de casa que se había criado bajo la estricta disciplina católica de su abuela. Ismael se ofreció a llevarlo a arreglar pues la tela era muy delicada y mamá no se atrevía a manipularlo a pesar de que la aguja no tenía secretos para ella. Dos días antes de la cena había que recogerlo pero Ismael no tenía la más remota idea de donde había guardado el dichoso tique. Todo se solucionó felizmente por la buena voluntad de la dependienta que permitió a mi madre ver todos sus vestidos y admitió darle el que señaló como suyo". 

martes, 26 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XL

"Adela y yo hemos ido a tal sitio, hemos hecho no sé qué cosa, hemos entrenado no sé cuánto tiempo… ¿qué demonios me interesaba a mí todo eso? ¡Qué bien!, contestaba yo, ¿qué otra cosa podía decir? Se les veía muy divertidos en sus fotos del face. Decidí ausentarme de las redes. Comencé a escribir mis historias en un blog. Era más impersonal y menos comprometido. Es más difícil que te dejen comentarios en un blog y, por supuesto, no es la plataforma para hacer contactos ni amigos. O sea, era perfecto, podía escribir pero sin ser molestada. Aunque tampoco recibía el imput de los likes. No hay nada perfecto. 
Volví a visitar mi Facebook, la desazón por saber de él me reconcomía. ¡Qué dolor! No saber nada era tan hiriente que prefería el sufrimiento de su felicidad con Adela al silencio. Había varios mensajes por privado. Varios no, muchos. El primero era, ayer estuvimos en el cine, como no hubo respuesta todos los demás fueron, hola, hola, hola, estás ahí?...  Sentí cierto consuelo al percibir una especie de ansiedad, o de inquietud al menos, en su insistencia. Estoy aquí, contesté, todo bien? Continué. Quiero verte, fue su respuesta. Entré en pánico. ¿Verme? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene? Pensé mientras se me amontonaban las ideas en la cabeza. No, fue lo único que le dije". 

jueves, 14 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XXXIX

"El novio de mamá ya vivía en casa. Ismael era todo un caballero y hacía muy feliz a mamá. Me costó admitirlo pero era absolutamente cierto que la convivencia con él era fácil y que el clima y la calidad de vida nos cambió desde que llegó a casa, e incluso antes, cuando apareció en la vida de mamá. Afortunadamente encajó perfectamente con la personalidad de mi hermano y llegó en un buen momento pues la adolescencia de Luis que pareció suave en un principio, empezaba a agriar el carácter de mi hermano y las discusiones comenzaban a formar parte de nuestra cotidianidad. El novio de mamá tenía temple, sicología y paciencia y eso desarmaba a mi hermano que no estaba acostumbrado a argumentos tan bien ensamblados como los que tenía Ismael. Además se lo llevaba a su terreno fácilmente. 

Me gustara o no, sabía hacerlo como nadie. Su perfil de profesor de literatura facilitaba las cosas pues leía y enaltecía los cuentos de mi hermano, lo cual no solo frenaba sus ataques de emociones descontroladas sino que le serenaba y estimulaba a seguir escribiendo. Y qué demonios tenía un nosequé que atraía las simpatías de todos. Tras la época más rebelde de mi hermano surgió entre ellos una complicidad que despertó mi desconfianza y, por qué no decirlo, mis celos. Unos celos que a ratos se convertían en verdadero rechazo a mi madre. Sí, ya lo sé que es una locura, pero no veía en Ismael al culpable sino a mi madre, que era la que lo había traído a casa y por tanto era la causante de que yo tuviera que compartir el cariño de mi hermano. Mi pequeño mundo se desmoronaba".

miércoles, 13 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XXXVIII

"Se llama Adela, es profesora de pádel en un macro centro

de entrenamiento y formación en las afueras de Madrid; la gusta el deporte en general y es una apasionada del cine de ensayo. Así me la presentó Juan en un mensaje tan escueto como impersonal, como acostumbraba a hacer desde su silencio roto. Si, rompió el silencio y eso me alivió en un primer momento pero sus intervenciones se alejaban de ser las de mi amigo de los inicios de nuestra relación. ¿Cuánto más habría ganado yo si no hubiese vuelto a contactar conmigo? Su silencio definitivo me habría desgarrado pero tarde o temprano cicatrizaría, sin embargo, sus intervenciones pobres y desprovistas de empatía me prolongaban la agonía sin consuelo alguno. 
Cada vez espaciaba más sus mensajes y casi todos mencionaban a su nueva amiga, la cual se iba perfilando clarísimamente como su novia. No pude evitar, triste de mí, meterme en el face de su Adela. ¡Vale! No fue una buena idea. Fue un mazazo. Guapa, joven, simpática, activa, amante de los deportes y los animales. Algo así como Barbie Perfecta".



martes, 12 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XXXVII

"Entre tanto yo no paraba de escribir mis propias historias pero pensar en publicarlas me traía a la memoria la posibilidad de un nuevo fracaso y ya estaba bien servida en cuanto a frustraciones se refería. Seguí subiéndolo a la red y mi lista de seguidores aumentaba lo cual me proporcionaba un regusto a felicidad somera pero gratificante como un paseo por la playa en pleno mes de abril. ¡Mmm,  la playa!,  ¿pisaría su arena algún día? ¿No va siendo hora de que empiece a plantearme seriamente enfrentarme a la posibilidad de salir al mundo exterior? Postergarlo era un verdadero acto de cobardía y no podía permitírmelo. La vida se me escapaba entre los dedos. Las paredes de mi cuarto, en otro momento fuente de seguridad y protección, me resultaban ya muros insalvables".


lunes, 11 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XXXVI

"Sus siguientes intervenciones eran impersonales pero amables. Comenzó a hablarme de su viaje y de sus múltiples ocupaciones. Me quedó más que claro que una persona tan activa y ocupada no necesitaba una paralítica en su vida. Ya no lloré más. A esas alturas ya no me quedaban lágrimas. Decidí agradecer al universo el haberme regalado la amistad de una persona tan interesante y dejé para mis ensueños mis pasadas fantasías de amor con Juan.
Mi hermano también había salido aficionado a la literatura. A pesar de sus muchos éxitos en el deporte donde ganaba trofeos con frecuencia, Luis comenzó a escribir cuentos infantiles que publicaba en una revista local. Tan jovencito y con las ideas tan claras. Su vocabulario, su capacidad para hilar ideas, su facilidad para conectar con el lector… ¡Era impresionante! Quiso la fortuna que la persona adecuada los leyera y se encaprichara del estilo de mi hermano. Publicaron un precioso libro ilustrado con cuatro de sus cuentos. No puedo describir con palabras lo orgullosa que me sentí. A mi fuente de inspiración y mi gran amor. A mi hermana que fue y será siempre la culpable de mi amor por las historias, fueron las palabras con las que iniciaba su libro. Tanto amor me enterneció hasta el extremo. Sentí un GRACIAS tan profundo como sincero.  A ese primer libro le seguirían otros, sin duda".

domingo, 10 de enero de 2016

Artículo del Blog de Luhu

Artículo inTEresante si eres un amante de la lecTUra y la escriTUra

RAE vs. Manuales de estilo: hagan sus apuestas


¿Te gusta Saltarte las Normas? ¿Te las saltas por Gusto o  tienes tu Lógica?


martes, 5 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XXXV

"Tres largos meses pasaron hasta que llegó un “¿sigues ahí?”. Lloré no sé si de amargura o de alegría. Una tormenta de emociones me inundó hasta darme escalofrío. ¿Sigues ahí?, repitió,  y yo no supe que contestar. Por un lado me moría de ganas de decirle ¿dónde demonios has estado?, ¿qué pasó?, ¿crees que puedes aparecer y desaparecer de mi vida cuando te dé la gana?... y mil reproches más, a la vez quería decirle, ¡me moría de ganas de saber de ti! o, tu mensaje  me ha devuelto del letargo en el que me había sumido tras tu silencio… Nada de eso podía decirle. Tenía que medir bien mis palabras. No podía perderle. No, no podía. Hola, le contesté, y callé. Ansiaba su respuesta, sin embargo, no me valía cualquier respuesta. ¿Cómo podría compensar el daño que me había causado su silencio? ¿Sabría él acaso lo que había supuesto para mí su entrada en mi vida? De una forma natural y sin ambages me contestó con un he estado de viaje, extremadamente ocupado y lo que me dijiste era tan impactante que necesitaba meditar antes de hablar contigo. No sabía si agradecerle tanta sinceridad o maldecirle por no tener más mano izquierda. Sin embargo, sentí una oleada de alivio. Puede que ya no habría esa promesa de romanticismo que empezaba a nacer de nuestra relación pero sentí que, al menos, no había perdido al amigo. Y eso me bastaba. Tenía que bastarme. What else? que diría George Clooney, ¿qué más podía esperar?".

lunes, 4 de enero de 2016

Leer escuchando Música Clásica, Doble Placer

LEER ES MÁS QUE UNA ACTIVIDAD PLACENTERA

Los Libros y la Libertad

"DESDE MI VENTANA" XXXIV

"Siguió escribiendo. Sus mensajes eran cada vez más largos y personales. Cada vez intentaba saber más de mí. ¡Dios mío! Qué iba a decirle, que la musa de sus sueños, como así empezó a llamarme, era la prolongación de una silla de ruedas que no pisaba la calle desde niña, que era la persona menos interesante y sugerente del planeta… ¿qué podía decirle? Si le decía la verdad le perdería y si le mentía, me perdería a mí.


Las encrucijadas de Daniela no tienen fin.  Su angustia es la mía. Su lamento el de muchos. Decir la verdad y perder el rayo de esperanza que te acaba de regalar la vida o mentir y mantener una falacia  convirtiéndote en un fraude que más temprano que  tarde romperá una felicidad efímera que apenas se sostiene en los hilos quebradizos de la mentira y el engaño.

Me sentía atrapada. ¡Qué injusta la vida! ¡Qué poco me iba a durar el alma gemela que acababa de encontrar! No fue una decisión tomada con cautela ni frialdad. Me brotó espontáneamente. Ela es una chica joven cargada de ilusión y que vive la vida apasionadamente desde su urna de cristal, encerrada en un cuarto y atada a una silla de ruedas. Esas fueron mis palabras, tecleadas con una parsimonia dolorosa y con lágrimas en los ojos. Sabía que sonaba duro. Sabía que podía perder la voz de aliento de mi nuevo amigo. Un amigo que me llegó como del espacio y al espacio iba a regresar, sin remisión, por la crudeza que transmitía  mi verdad. Un amigo que era lo más parecido que había tenido a una relación romántica, aunque, para ser sincera, nunca lo fue pues jamás hubo palabras de amor. No contestó".

domingo, 3 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XXXIII

"Juan apareció en mi Facebook con sus silenciosos likes cada vez que yo publicaba mis pequeñas historias. Poco a poco empezó a introducir comentarios de admiración. No decía nada especial pero cada vez que abría mi página y veía su icono se me dibujaba instantáneamente una sonrisa que me tocaba el alma. ¿Sabes de esa felicidad inexplicable que no te importa saber de dónde viene pero que deseas que no se vaya nunca…?, así me sentía cada mañana. Un día usó el canal privado para mostrarme su admiración por mi forma de contar las historias y me animó a que siguiera escribiendo. Hay magia en tus palabras, me dijo. Lloré por dentro de emoción". 

sábado, 2 de enero de 2016

"DESDE MI VENTANA" XXXII

"También por Internet  conocí a Juan. Solamente mi hermano y mi abuela me llamaban Ela y ese fue el nombre con el que me di a conocer en la red. Pasaba las horas muertas en mi cuarto, muchas leyendo y no pocas mirando por mi ventana. Afortunadamente vivíamos en un cuarto y no había edificios altos delante de casa, no obstante, el monte que se divisaba a través de mi ventana era ya como un viejo amigo. Conocía cada árbol, cada montículo, cada surco; reconocía la hora del día según las sombras que proyectaban en el suelo los árboles y los pocos edificios que había frente a mi casa. El sol parecía saludarme al salir,  y al ponerse era yo quien le buscaba para saludarle pues el ocaso tenía su escenario en la otra parte de mi casa y necesitaba ir al salón para verlo. Cada estación me regalaba una fisonomía distinta pero de año en año pocos cambios se producían. Hasta que llegó la autovía. La gente del pueblo tenía opiniones encontradas, a unos les venía de cine la autovía porque facilitaba el acceso a los pueblos colindantes, a otros la idea de que los vehículos que iban de paso ya no tuvieran que atravesar el pueblo les parecía la mejor de las ideas y otros, en cambio, temían que su negocio no se sostuviera sin el posible cliente de carretera. A mí, dada mi inmovilidad, no me apasionaba que rompieran mi postal atravesándola con el filo de las nuevas necesidades de la modernidad que ya llevaba tiempo intentando asentarse en mi, hasta el momento, tranquilo y pacífico pueblo. Pronto cambiaron mis árboles por señales de tráfico y rompieron mis caminos con frías vías de alquitrán".