"Entre tanto yo no
paraba de escribir mis propias historias pero pensar en publicarlas me traía a
la memoria la posibilidad de un nuevo fracaso y ya estaba bien servida en
cuanto a frustraciones se refería. Seguí subiéndolo a la red y mi lista de
seguidores aumentaba lo cual me proporcionaba un regusto a felicidad somera
pero gratificante como un paseo por la playa en pleno mes de abril. ¡Mmm, la playa!, ¿pisaría su arena algún día? ¿No va siendo
hora de que empiece a plantearme seriamente enfrentarme a la posibilidad de
salir al mundo exterior? Postergarlo era un verdadero acto de cobardía y no
podía permitírmelo. La vida se me escapaba entre los dedos. Las paredes de mi cuarto,
en otro momento fuente de seguridad y protección, me resultaban ya muros
insalvables".
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