"El novio de mamá ya
vivía en casa. Ismael era todo un caballero y hacía muy feliz a mamá. Me costó
admitirlo pero era absolutamente cierto que la convivencia con él era fácil y
que el clima y la calidad de vida nos cambió desde que llegó a casa, e incluso
antes, cuando apareció en la vida de mamá. Afortunadamente encajó perfectamente
con la personalidad de mi hermano y llegó en un buen momento pues la
adolescencia de Luis que pareció suave en un principio, empezaba a agriar el
carácter de mi hermano y las discusiones comenzaban a formar parte de nuestra
cotidianidad. El novio de mamá tenía temple, sicología y paciencia y eso desarmaba
a mi hermano que no estaba acostumbrado a argumentos tan bien ensamblados como
los que tenía Ismael. Además se lo llevaba a su terreno fácilmente.
Me gustara
o no, sabía hacerlo como nadie. Su perfil de profesor de literatura facilitaba
las cosas pues leía y enaltecía los cuentos de mi hermano, lo cual no solo
frenaba sus ataques de emociones descontroladas sino que le serenaba y
estimulaba a seguir escribiendo. Y qué demonios tenía un nosequé que atraía las simpatías de todos. Tras la época más rebelde
de mi hermano surgió entre ellos una complicidad que despertó mi desconfianza
y, por qué no decirlo, mis celos. Unos celos que a ratos se convertían en
verdadero rechazo a mi madre. Sí, ya lo sé que es una locura, pero no veía en
Ismael al culpable sino a mi madre, que era la que lo había traído a casa y por
tanto era la causante de que yo tuviera que compartir el cariño de mi hermano.
Mi pequeño mundo se desmoronaba".
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