"Estaba
en mi cuarto repasando mi último trabajo. Me habían encargado traducir a inglés
un libro de poesías de un autor local. En principio no parecía ser un trabajo
de gran proyección pero resulta que Pablo Barrios, que así se llamaba el poeta en cuestión, había
vivido en Nueva York durante dos años y gran parte de los poemas habían nacido
en aquella ciudad. Muy extraño me pareció que si el tal Barrios había vivido en
Estados Unidos y dando por sentado que dominaría el inglés no lo escribiera él
mismo en la lengua anglosajona. Tuve una entrevista con él muy interesante y
curiosa. Era un joven que llevaba viajando desde apenas cumplidos los
dieciocho. Un año en Alemania con Erasmus, otro en Reino Unido y, tras dos años
en Salamanca, se fue a completar sus estudios con un master en los Estados
Unidos. Era un auténtico políglota. Hablaba Español (por parte de madre),
Catalán (por parte de padre), Alemán, Inglés y francés por formación y
chapurreaba el italiano por su compañero de piso de los últimos tiempos. Estudió
Física y Química, trabajaba en una
compañía internacional que tenía laboratorios repartidos por los países más
representativos del mercado internacional. Total que era una auténtica
eminencia. Sin duda, una mente privilegiada. Empezó a escribir los poemas
durante su primer curso en el extranjero y decidió publicarlo estando ya en
Nueva York, donde escribió la mayoría de ellos, finalizando así una etapa de su
vida que consideraba había sido de transición pues había decidido, acabado el
máster, hacer el doctorado en Tokio. Me tenía totalmente deslumbrada. Vino a
verme a casa después de que le recomendara uno de mis clientes habituales
revisar mi trabajo y confiarme su obra. Pasamos horas hablando. Hacía tiempo
que no me sentía tan cómoda hablando con alguien. Mi primera pregunta no podía
ser otra que como era posible que delegase en otros la traducción de su obra
con los conocimientos que él tenía de idiomas. Escribió los poemas de un modo
muy sentido y desde lo más profundo de su ser, los escribió en la lengua que le
había visto nacer y deseaba mantener esa esencia. Al traducirlos él mismo le
hacía ver sus propios poemas como en la distancia y ese papel prefería
dejárselo a otros. Sin duda, repasaría las traducciones pero quería que fuera
otra persona quien trasladara aquellas palabras cargadas de vivencias y
emociones a otra lengua".
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