MIS HISTORIAS

Mis historias

DESDE MI VENTANA/ DICIEMBRE

EN SENTIDO INVERSO DEL FINAL AL PRINCIPIO, TODA LA HISTORIA

viernes, 30 de junio de 2017

DICIEMBRE 100

"De lleno en Garment Strict. Era el barrio favorito de Isaac. ¿Qué decir de las hiper famosas avenidas? No me encontraba en el corazón de Manhattan, me encontraba en el corazón del mundo de las finanzas y el comercio. Confieso que mi ignorancia era mucha, más tarde me enteré que el corazón financiero que yo creía estar viendo lo había dejado atrás, en Finantial District (por razones obvias, el nombre del distrito hablaba por sí mismo). Efectivamente, era en el sur de la isla donde se encontraba el City Hall (el ayuntamiento de la ciudad) y la más que nombrada Wall Street. En cualquier caso, lo que si era cierto es que Garment era la cuna de las grandes firmas, particularmente en lo relativo a la moda. También alberga la Séptima avenida. Estaba pisando los barrios más míticos de la Nueva York que tenía tan leída en las cartas de mi amigo. Caí en la cuenta de que Isaac no estaba al tanto de mi llegada. ¿Cómo reaccionaría ante mi inesperada aparición? Daba por hecho que estaría encantado de verme, pero el tiempo y la distancia quizá se habrían tomado su tributo. Mi ánimo empezó a decaer al tiempo que el sol desaparecía por el horizonte". 

DICIEMBRE 99

"Lo que podía leer en el sobre era algo así como 343 West End Av., ¿o era solo 43 y lo primero era un garabato involuntario?, ¡qué horror!, no me aclaraba. Luego parecía leerse Upper West Side, nosequé más y, NewYork, USA. Bueno, lo que sí sabía es que aquello estaba en el corazón de la ciudad y que tenía que volver a Manhatan. No había tiempo que perder, el día no iba a durar indefinidamente y no me podía permitir volver gastarme lo poco que tenía en un nuevo alojamiento. Entré por el famoso puente de Brooklyn. No hacía falta ser muy listo para saber que entraba justo por el lado opuesto al barrio donde vivía mi amigo. Lo primero que pensé fue en usar el metro pero preferí usar los autobuses porque me permitían empaparme de la ciudad. El distrito financiero lo pasé enseguida, prefería entretenerme en otras zonas. Chinatown me sedujo desde el primer instante. Era como estar inmerso en un plató cinematográfico. Los colores, los olores, la música en las calles, todo, absolutamente todo, me trasladaba al cine de los 70. Caminaba por sus calles como hipnotizado, tanto que perdí la noción del tiempo y se me hizo tarde. El Soho era como una película en blanco y negro, comparada con la pintoresca Chinatown. Cambié los dragones por tiendas de marca y los ojos rasgados por turistas de todos los lugares del mundo. Confieso que el Sur de Houston (Soho) no me resultó tan impresionante, aunque nada en esta espectacular ciudad me resultaba indiferente. Little Italy supuso una vuelta al colorido y a los olores de comida en la calle. El instinto me decía que allí estaba más en mi sitio. Sería la presencia de lo latino y lo ruidoso de sus gentes lo que me condujo a pensar que no estaba tan lejos de casa. Para llegar a Chelsea cogí de nuevo un autobús. Isaac me había hablado de los principales distritos de Nueva York y Manhattan me parecía conocerlo profundamente sin haberlo visto jamás, salvo en mis ensueños. No me podía imaginar que Chelsea guardara tanto encanto y valor histórico. Tendría que volver más despacio. Tocaba avanzar, las horas del día se me iban entre los dedos".


miércoles, 28 de junio de 2017

DICIEMBRE 98

"Mi amigo me había dicho que los judíos de Nueva York se concentraban en un barrio muy concreto. Intenté hacer memoria, pero no lo recordaba. Dándole vueltas a la cabeza iba caminando sin rumbo fijo cuando me di de bruces con un par de personajes que parecían sacados de una película. Llevaban casacas negras y sobreros de ala ancha. Sus pobladas barbas iban acompañadas de sendos tirabuzones colocados a cada lado de la cara en forma de cascada que les llegaban a los hombros. Las mujeres llevaban ropas muy sencillas de colores oscuros, con muy poca piel al descubierto y tenían la mayoría sus cabellos ocultos tras un, no menos sobrio y aburrido, pañuelo. ¡Vaya! Resulta que me había metido en pleno barrio judío. Pero no eran unos judíos cualesquiera, los llamaban -así me hizo saber un vendedor de periódicos- judíos ortodoxos pertenecientes al grupo jasídico Satmar de origen húngaro y rumano. Era muy curioso de ver. 
Un cúmulo de peculiaridades paseaban por las calles de aquel singular barrio. Interesante sin duda, no obstante, no sería allí donde yo encontraría a la familia de mi amigo. Ellos tenían un toque bastante más europeo, o para ser más precisos, más actual. Ellos tenían antecedentes toledanos y por lo que me contó Isaac, tras la expulsión del 1492 en la era de los RRCC, su familia huyó hacia el norte de Europa, asentándose en Alemania hasta la terrible época de la Europa de entre guerras. En los albores de la segunda guerra mundial se refugiaron en Francia y de ahí, ya con los invasores ocupando París, huyeron hacia España, cruzando los Pirineos a pie escoltados por un grupo de voluntarios españoles que ayudaron durante la invasión nazi a los judíos a cruzar la frontera para refugiarse en territorio español, por entonces bajo dominio de una dictadura. El panorama no era muy alentador pero escondidos en Barcelona escaparon a la masacre judía. Al término de la contienda, ya vencidos los alemanes, se fueron a América del Norte y se instalaron en Nueva York". 

martes, 27 de junio de 2017

DICIEMBRE 97

"Apenas pude dormir en toda la noche. Tenía tanta actividad en el cerebro que no me dejaba parar quieto. Me levanté de madrugada a revisar las pocas notas que había sacado de las cartas de Isaac y a estudiar el mapa que obtuve en el aeropuerto gracias a la generosidad de un tipo que parecía más british que americano y que, viéndome tan despistado como iba, me regaló un mapa que sacó de un impecable maletín de piel.  “Here you are”, dijo, y se marchó con un último y consolador “Good luck, guy”. Inspeccioné el sobre una y otra vez. El remite estaba borroso y el sobre muy arrugado. La diferencia entre las películas que uno se monta en la cabeza y la realidad es abismal. Estaba en mitad de una ciudad que superaba todas mis expectativas, apenas sin dinero y sin tener muy claro a donde ir. Me armé de valor y queriéndome dar ánimos a mí mismo, tomé aire y me aseguré que en unas horas estaría en la puerta de la casa de mi amigo. Cuanto que amaneció tome un café que me supo más a agua sucia que a café, di las gracias a la casera y me marché". 

lunes, 26 de junio de 2017

DICIEMBRE 96


"Ya fuera del aeropuerto, y a pesar de la distancia que lo separaba de la ciudad, no puede uno escapar a la grandiosidad de una de las urbes más fascinantes del mundo. Tomé un air train para que me acercara al metro, que obviamente era la opción más económica. Durase poco o mucho la aventura, lo cierto es que ya estaba allí y eso nadie me lo iba a quitar. Cumplido el primer objetivo, llegar a Nueva York, venía la segunda parte, que no era nada despreciable. Tenía que contactar con Isaac. Me maldije un millón de veces por haber sido tan impulsivo y poco previsor. Tomé la decisión en cuestión de minutos y me puse en marcha sin contar con que lo único que tenía de mi amigo era el remite de un sobre amarillo. Después de caminar exultante por sus calles y viendo que la noche se me echaba encima busqué un lugar económico donde alojarme para continuar mi búsqueda al día siguiente. Gracias a las cartas de mi amigo sabía que la zona más interesante era Times Square, también me resultaban atractivas las zonas en torno a Central Park o el Empire State. Esas zonas se me salían del presupuesto así que me salí de Manhatan y busqué un lugar más económico como Queen. Recordé que Broocklyn era otra opción. Finalmente me quedé en el segundo, tanto igual me daba. Me acosté en un cuarto pequeño que era de todo menos acogedor y bonito, aun así, no pudo restarle nada de ilusión y entusiasmo a mi primera jornada en la ciudad de mis sueños".

domingo, 25 de junio de 2017

DICIEMBRE 95


"El avión tomó tierra. Las piernas me temblaban en una mezcla de emociones que me llevaban el flujo del estómago a la boca y me provocaban arcadas de pura agitación. Miedo y alegría a partes iguales me impedían moverme del sitio. Una azafata se acercó a mí y muy amablemente me preguntó en un inglés impecable si todo marchaba bien. Sonreí, recogí mi mochila y salí como pude, pues las piernas no dejaban de temblarme. Había llegado al JFK, el aeropuerto más importante de Nueva York, y puede que del mundo. Aquello, como describirlo, superaba todo lo imaginable. El volumen de público que allí se movía recordaba más a una manifestación multitudinaria que a un aeropuerto internacional. El colorido y la variedad cultural eran espectaculares. Debí estar deambulando más de dos horas. Las distancias eran descorazonadoras y el inglés del instituto me servía para formular la pregunta pidiendo orientación o ayuda, pero apenas me era de utilidad en las respuestas de los apresurados transeúntes ni de los puestos de información. A pesar de todo, no recuerdo muy bien cuanto tiempo empleé en ello, finalmente recuperé mi maleta y conseguí salir del aeropuerto. Pisé el suelo neoyorquino y de repente entendí la sensación del náufrago, cuando, después de navegar días a la deriva, pisa tierra y siente la necesidad de besarla. Miré al cielo, me empapé de su luz, de su aroma,de su color, de su energía y dije, aquí estoy".

sábado, 24 de junio de 2017

DICIEMBRE 94

"Desde el viaje a la sierra con Juancho y mi hermana, se había fortalecido su relación perdiendo intensidad y complicidad la nuestra. El periódico era cada vez más una carga porque Juancho apenas pasaba por la redacción y terminé asumiendo su trabajo y el mío. Mi cumpleaños lo pasé solo, quedándose los planes que teníamos de ir a esquiar sustituidos por un compromiso de última hora que le surgió con un viejo amigo de su anterior colegio. Descubrí con desgana que había puesto todas mis esperanzas en la amistad con Juancho. Llegó a mi vida en un momento convulso donde la fuerza, la energía y el apoyo generoso e incondicional de un nuevo amigo eran el maná que me sacó de la terrible hambruna emocional en la que me encontraba. Aquel viaje frustrado a Nueva York, tras haber sido invitado por la familia de Isaac a acompañarles, mi rabia por la falta de responsabilidad y de cariño de mi padre, mi agobio por la pesadilla en la que estaba envuelta mi hermana que no sabía salir de la tribu urbana que la acosaba y anulaba, la presencia de la mala malísima del cuento en la casa en la que en otro tiempo llamé hogar… tanto y tanto había superado solo con el coraje y esfuerzo de un niño que había perdido a su madre y, casi en cadena, se había quedado despojado de todo lo que suponía el confort y la seguridad de una familia unida y feliz (aun con sus carencias, defectos y debilidades). Sí, me había agarrado a mi nuevo amigo como a una tabla de salvación. Juancho apareció como de la nada y llenó mi espacio de la calidez, confianza y certeza que daban sentido al sin sentido en el que me movía desde hacía tiempo como en un bucle". 

jueves, 22 de junio de 2017

DICIEMBRE 93

"Me fui a hacer las américas. Pero mi aventura no era la de aquellos pobres colonos que iban con la maleta cargada de esperanza, rota casi desde el primer momento de desembarcar. Con la dirección de mi amigo Isaac en el bolsillo dirigí mis pasos hacia la mítica, al menos en mi febril mente de adolescente, Nueva York. Ni siquiera me había despedido de Juancho. Dejó en mi buzón de voz decenas de llamadas perdidas y no pocos mensajes de voz. Me instaba a reaccionar y a hacer un último esfuerzo por terminar el curso. Con el bachiller en la mano tendrás más opciones. No te cierres puertas por una insensatez, me decía. Ninguno de sus mensajes los escuché hasta que monté en el avión, camino de una nueva etapa que, a decir verdad, no tenía ni la menor idea de en qué iba a consistir. En cualquier caso, mi amigo no se había merecido mi indiferencia aun cuando formaba parte de la crisis que desencadenó la desafortunada decisión de dejar el instituto en la víspera de los exámenes finales y que terminó dejándome sin el título de bachiller".

miércoles, 21 de junio de 2017

DICIEMBRE 92

"Mi padre no puso ninguna objeción a mi intención de marcharme, se diría incluso que le supuso un alivio. Mi hermana lloró desconsolada; pero, dándome su pequeño monedero de poliéster que le había regalado mamá cuando hizo su primera comunión, me abrazó y me besó como la chiquilla dulce y cariñosa que recordaba de mi infancia. Me deseó toda la suerte del mundo entre sollozos y protestas. Saboreé el cariño de mi hermana como un dulce de navidad. Había algo de reconfortante en la partida. Pude irme antes, cuando mi hogar estaba destrozado, pero no habría sido feliz. Miré a mi recién recuperado padre y me alegré por mi hermana. Pero a mí me tocaba mover ficha y sentía como una llamada la necesidad imperiosa de dejar mi casa. Papá también me dio algo de dinero y así, con unos billetes en el bolsillo y una corazonada en la mochila, salí de casa y por primera vez en mucho tiempo, sonreí".

martes, 20 de junio de 2017

DICIEMBRE 91

"Felicité a mi hermana, pero rehusé su invitación de cenar juntos para celebrarlo. Mi padre parecía sufrir con mi nueva postura ante la vida. En el fondo de mi corazón experimentaba placer con su pesar; para variar, parecía responsabilizarse de mi tristeza. Creo que se sentía culpable por no haberme podido servir de soporte y de guía. Me observaba con impotencia y formulaba frases de ánimo sin mucho convencimiento. La verdad es que como padre ya llegaba un poco tarde. No le guardaba rencor. Es todo cuanto podía hacer por él, liberarle de la culpa. Sin pensarlo mucho, preparé una maleta con lo imprescindible y busqué mis ahorros -que no eran muchos. Salí de mi cuarto decidido a buscar una respuesta donde fuera necesario. Una cosa tenía clara, en casa no estaba la solución a mi angustia vital".

domingo, 18 de junio de 2017

DICIEMBRE 90

"La diferencia con la Sara adolescente e inconsciente de aquellos años, tras la muerte de mamá, es que yo ya no era un chiquillo y la experiencia de vida tenía que servirme de algo. En mi inconsciente estaba instalado la inutilidad y el infortunio que suponía perder tiempo y energía en lamentarte de que no eras feliz. El letargo no se podía perpetuar y los periodos de indolencia y sarcasmo se entremezclaban con otros de lucidez y lucha por despertar. Lo vi claro una tarde calurosa de finales de junio, cuando, ya terminados los exámenes -a los que no me había presentado- escuché las voces de alegría de mi hermana que venía eufórica del instituto porque había aprobado todas y estaba lista para empezar el bachiller. Su alegría y entusiasmo contrastaban con el cielo plomizo de un verano incipiente que dificultaba el fluir de la respiración. Había perdido el curso entero por una crisis de 15 días. Mi necedad no tenía límites. Había que reaccionar y había que hacerlo ya, ni mañana ni la semana siguiente, ¡ya!"

jueves, 15 de junio de 2017

DICIEMBRE 89

"Esperar tranquilamente a que se produjera algún cambio o se presentara alguna oportunidad que fuera capaz de traspasar mi apatía era la más incierta y monocromática de las opciones. Ya en los albores del final de curso había que concentrar todas las energías en los exámenes. Había tenido un curso algo accidentado, con altibajos en el ánimo y también en los resultados académicos. No obstante, el cómputo global era positivo; sólo quedaba el último empujón. Pero no podía. Me había quedado sin energía, y lo que es peor, sin motivos ni razones. Nada me importaba y caí en una desgana que hizo reaccionar hasta a mi hermana. Como ya hiciera ella conmigo, cuando - hundida en la depresión y el desprecio por el mundo- optó por vestirse de negro y maquillarse como una muerta, yo la ignoraba y hacía caso omiso a sus reflexiones y razonamientos. Ahora era yo el que me encerraba en el cuarto y me desconectaba del mundo escuchando música y fumando el tabaco que mi hermana tenía escondido por todos los rincones de la casa. El humo y la música me envolvían en una nube de la que no quería salir sino era con una respuesta".

miércoles, 14 de junio de 2017

DICIEMBRE 88

"Qué tendría que contarme la hermana de mi padre, pensé, una vez recuperada la cordura tras el impacto de su aparición. Para ser honestos, lo que pudiera contarme mi tía hacía tiempo que carecía de importancia, no obstante, me alegró verla. Yo ya no era el mismo chiquillo que la escuchaba sin pestañear y sacrificaba sus ganas de saber cosas de una familia que nunca lo fue, al menos para mi hermana y para mí, por oír la voz elegante de aquella hermosa y misteriosa dama. Comenzó a hablar y a no concretar nada como en nuestras anteriores entrevistas. No estaba dispuesta a perder el tiempo y escuchar su voz embriagadora ya no me bastaba. Háblame de los abuelos y de por qué papá no tenía una buena relación con ellos, le dije sin darle opciones. No importa, respondí ante sus titubeos y pretextando tener mucho que hacer la invité a marcharse. Se fue". 

lunes, 12 de junio de 2017

DICIEMBRE 87

"Ni el periódico, ni las prácticas de tenis, a las que me había apuntado tras las vacaciones en la sierra con Juancho y mi hermana, ni los éxitos académicos, ni las, cada vez más frecuentes, conversaciones con mi padre, ni las risas recuperadas de mi hermana me devolvían las ganas de luchar y la dicha que había experimentado en los escasos momentos de mi vida que fui feliz.

Llegué a lamentar haber renunciado a la gira por los países del este del grupo de teatro de Roddy, a pesar de que siempre supe que había algo turbio en esa propuesta. Lamenté profundamente haber perdido el contacto con Isaac. Envuelto en una nube de acontecimientos y en mis nuevos proyectos descuidé la correspondencia con mi amigo el judío, al que imaginaba, en mi desesperación, feliz y dichoso en su Nueva York natal. Y cuando la apatía estaba haciendo estragos en mi carácter apareció mi tía, la hermana de mi padre. Aquella que alegró en otro tiempo mis tardes de los jueves en el instituto y que desapareció poco antes de mi aventura veraniega con el grupo de teatro, eso que ella tildó de banda de titiriteros. Apareció una soleada mañana de abril, con esa elegancia y señorío que siempre me obnubiló. Al igual que entonces, ante su presencia quedé paralizado y tuvo que ser ella la que iniciara la conversación". 

domingo, 11 de junio de 2017

DICIEMBRE 86

"Me decía a mí mismo que debía aprender a ser feliz. Me reprochaba no serlo. Veía la favorable evolución del carácter triste y sombrío que había desarrollado mi hermana durante aquellos interminables años de desgracias encadenadas que no dejaban pasar la luz a nuestros corazones. Veía la actitud de mi padre, intentando acercarse a nosotros y hacernos partícipes de sus logros en la industria textil, negocio que, por otra parte, empezaba a dar sus frutos y nos estaba permitiendo vivir más holgadamente. Juancho era mi compañero de fatigas en el instituto y vigilaba de cerca a mi hermana para que no la molestaran los moscones. Cosa que ocurría a menudo porque Sarita estaba cada día más guapa y los chicos revoloteaban alrededor de ella, para su dicha. Descubrió que era una forma de atraer la atención de Juancho y lo explotaba al máximo. Y entretanto, mi postura frente a todo y a todos en “stand by”.

sábado, 10 de junio de 2017

DICIEMBRE 85

"La lágrima que recorría mi mejilla no me devolvía los años perdidos de mi infancia, pero entender los porqués de ese hombre que tenía delante me daba cierta paz y la oportunidad de enfrentarme a la vida con otra mirada. Yo llevaba años haciendo de hombre de la casa y como tal le hablé. Con el respeto que acababa de despertar en mí y el ánimo de recuperar a un padre, que en realidad nunca había hecho de tal, al menos en el aspecto humano y emocional, le espeté a que despertara de su letargo. Él ya no era aquel niño indefenso y alejado del cariño de sus padres. Él era un hombre capaz y alguien tenía que decírselo, aunque fuera un hijo dolorido que tenía en la mochila más reproches que agradecimientos. Sentí unas ganas dolorosas de abrazarle, pero la distancia que había entre nosotros no iba a ser cosa de recuperar en una charla de cocina. Deberías hablar con Sara, fue lo último que le dije esa noche".

jueves, 8 de junio de 2017

DICIEMBRE 84

"Cuando conoció a mi madre dijo reconocer en ella a un ángel y pensó que el cielo le estaba recompensando por tanto sufrimiento. Los primeros años de su matrimonio fueron duros, pero la dulzura y espíritu de sacrificio de mamá consolaban y alegraban sus largas y fatigosas jornadas de trabajo. Mamá decidió aportar sus conocimientos y colaboración trabajando de modista y cosiendo para la gente acaudalada del pueblo. Pronto necesitó de la colaboración de mi padre y de alguna vecina para dar salida a sus encargos. Mi hermana y yo aparecimos casi de seguido, incrementando la alegría de mis padres, pero también sus agobios y sus cargas. Recuerdo con nostalgia aquellos primeros años de nuestra vida cuando mi hermana y yo disfrutábamos, como un verdadero lujo dentro de aquella vida de austeridad y escasez, nuestras tardes de los viernes yendo al cine y comiendo pipas de calabaza que nos regalaba la vecina en época de matanza (como llamaban a la fiesta que celebraban matando a un cerdo y sacando de él alimento para todo el año). Después mamá cayó enferma. Lo que venía después ya no me apetecía rememorarlo. Papá vio el dolor en mi cara y calló".

martes, 6 de junio de 2017

DICIEMBRE 83

"A sus tempranos e inocentes 8 años, recién cumplidos, empezó a acompañar a su padre al monte donde cuidaba del poco ganado que tenían, mientras mi abuelo, su padre, se ocupaba de los cultivos. Vivían de la venta de las hortalizas y frutales que criaban en una pequeña finca situada en una penosa ladera que dificultaba terriblemente su trabajo y extracción. No habiendo cumplido los diez años, en una de esas noches que permanecía al raso velando por el cuidado de las ovejas, mi padre enfermó. Sufrió una pulmonía que le costó meses superar, agotando el poco dinero que tenía la familia. Enfermó física y sicológicamente. De lo físico se recobró tras casi un año, con sus largos días y angustiosas noches. De lo sicológico nunca consiguió recuperarse. La impaciencia y desesperación se instaló en la casa y el carácter del abuelo se agrió. La melancolía y falta de ganas de hablar de mi padre se interpretó como enfermedad mental y le ingresaron en un sanatorio. Con doce años escapó". 

lunes, 5 de junio de 2017

DICIEMBRE 82

"Se remitió a su infancia. No fue un niño feliz, contaba. Su sueño desde pequeño era marcharse de casa y crear una familia que no tuviera las carencias que él sufrió. Pues has estado fino, pensé para mis adentros sin osar interrumpirle. Su padre era hortelano y su madre nunca trabajó, aunque, hija de familia adinerada había estudiado para ser maestra. Mi abuela, según explicaba, fue una mujer de carácter, que vivió amargada y frustrada bajo la sombra de un hombre tosco y orgulloso que la conquistó por su labia y que la dio tres hijos y una vida sombría y dura. Mi padre era el mayor, en el que habían puesto sus esperanzas de salir de la pobreza. Desde pequeño dio muestras de inteligencia y audacia poco usual a su edad. No obstante, propio de aquella época, dejó la escuela antes de cumplir los ocho años habiendo aprendido escasamente a leer, escribir y cálculo".

sábado, 3 de junio de 2017

DICIEMBRE 81

"Su llanto era silencioso y pausado. Di media vuelta para volver a mi cuarto. Nuestra charla de hombre a hombre podía esperar. Me di contra una silla, ¡vaya!, exclamé sordamente, y maldije para mis adentros mi inoportuna torpeza. Entra, dijo. Entré temeroso y sintiéndome culpable de romper su intimidad. Siéntate hijo, fueron sus palabras. Hubo un silencio molesto e inquietante y después comenzó la charla más larga y elocuente que nunca le escuché a mi padre". 

viernes, 2 de junio de 2017

DICIEMBRE 80

"Liberada Sara de la presión de los desarraigados y recobrada la paz en casa, parecíamos vivir un periodo de relativa calma. Mi padre volvió a delegar en mí, pero yo no tenía claro que fuera buena idea retomar mis deberes y obligaciones. Había descubierto que ser invisible era bastante rentable y práctico. Las últimas aventuras me habían fortalecido el carácter y decidí hablarle claro a mi padre. Eres tú, le dije, y no tu hijo ni una señora que traigas de fuera, quien tiene que asumir el peso de esta casa. No bastaba con trabajar y traer dinero a casa y así se lo hice saber. Apenas me contestó, se levantó y se marchó. Como de costumbre no apareció por casa hasta bien pasada la media noche. Y como siempre, Sara y yo ya habíamos cenado, recogido, estudiado y estábamos acostados. Yo aún leía en la cama. Le escuché llegar. Decidí ir a la carga y dejar claro que Sara necesitaba un padre -obvié mis necesidades personales, las cuales estaban condenadas a pasar siempre a un segundo plano. Antes de llegar a la cocina, en el silencio de la noche, le oí llorar". 

jueves, 1 de junio de 2017

DICIEMBRE 79

"La pandilla gótica de Sara no estaba dispuesta a dejarla escapar fácilmente. Reclamaban su atención, la perseguían, la incluían en sus planes y campañas antiglobalización, antisistema y todos sus antis, la aleccionaban e increpaban. Ella se dejaba hacer, pero la fuerza y la seguridad que le dio el aire de la sierra y la proximidad y personalidad de mi amigo Juancho le concedían un aura diferente que parecía presagiar que sus días góticos estaban contados. La experiencia me había enseñado que con ella era mejor no presionar, así que esperé pacientemente a que se alejara de ellos por su propia voluntad. El acoso de los fantasmas vestidos de negro empezó a preocuparme. 
Entonces fue cuando intervino Juancho. Con ese tacto y consistencia que despliegan los que tienen las tres M -músculos, mundo y “money”- se acercó al cabecilla de la macabra banda y le dijo muy cerquita de la cara unas pocas palabras; apenas un par de minutos de discurso persuasivo fueron suficientes, y ningún gótico volvió a acercarse a mi hermana. Si hubiera sido yo el que hubiera hecho aquella maniobra mi hermana me habría insultado y odiado de por vida, pero, habiendo sido Juancho, le dio al acontecimiento categoría de hazaña y mi Sara se rindió a sus pies".