"Ya fuera del aeropuerto, y a pesar de la distancia que
lo separaba de la ciudad, no puede uno escapar a la grandiosidad de una de las
urbes más fascinantes del mundo. Tomé un air train para que me acercara al
metro, que obviamente era la opción más económica. Durase poco o mucho la
aventura, lo cierto es que ya estaba allí y eso nadie me lo iba a quitar.
Cumplido el primer objetivo, llegar a Nueva York, venía la segunda parte, que
no era nada despreciable. Tenía que contactar con Isaac. Me maldije un millón
de veces por haber sido tan impulsivo y poco previsor. Tomé la decisión en
cuestión de minutos y me puse en marcha sin contar con que lo único que tenía
de mi amigo era el remite de un sobre amarillo. Después de caminar exultante
por sus calles y viendo que la noche se me echaba encima busqué un lugar
económico donde alojarme para continuar mi búsqueda al día siguiente. Gracias a
las cartas de mi amigo sabía que la zona más interesante era Times Square,
también me resultaban atractivas las zonas en torno a Central Park o el Empire
State. Esas zonas se me salían del presupuesto así que me salí de Manhatan y
busqué un lugar más económico como Queen. Recordé que Broocklyn era otra
opción. Finalmente me quedé en el segundo, tanto igual me daba. Me acosté en un
cuarto pequeño que era de todo menos acogedor y bonito, aun así, no pudo
restarle nada de ilusión y entusiasmo a mi primera jornada en la ciudad de mis
sueños".
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