"Eché andar con el ánimo puesto en no demorarme más. Al
final, iba a tener que buscar trabajo para ganar un extra solo para llegar a
casa de Isaac. Empezaba a agobiarme. A pesar de que tiraba siempre de lo más
barato comiendo en la calle a base de pizza y otras variantes semejantes y
cogiendo el metro y autobuses, tanta parada y tanto trajín me estaban vaciando
el bolsillo. El bullicio de las calles de Midtown captó toda mi atención y me
sacó de mi ensimismamiento mientras planeaba como acortar camino para ir
derecho a Upper West Side. Debía tomar una línea de metro que por el oeste de
Manhattan me llevara derecho al distrito donde vivía mi amigo bordeando Central
Park. Podía tomar la línea roja o la azul. No lo tenía claro y tampoco tenía
claro si quería meterme bajo tierra habiendo tanto que ver en la superficie. La
emoción me asaltó de pronto cuando llegó a mis oídos un texto leído de una obra
de teatro que conocía. Allí en medio de la calle, nada menos que en pleno Time
Square estaban representando Vietnam, una obra protesta de un tal Schumann; sí,
como el músico, solo que Robert Schumann llevaba, al menos, siglo y medio enterrado.
Vietnam fue nuestra obra más arriesgada. La representamos en Barcelona durante aquel
maravilloso verano en el que el teatro se me metió en las venas y se instaló
allí para no marcharse jamás".
MIS HISTORIAS
Mis historias
DESDE MI VENTANA/ DICIEMBRE
EN SENTIDO INVERSO DEL FINAL AL PRINCIPIO, TODA LA HISTORIA
sábado, 8 de julio de 2017
sábado, 1 de julio de 2017
DICIEMBRE 101
"No estaba muy lejos de Upper West Side, pero tampoco
estaba cerca y, lo que era peor, tampoco tenía idea de por donde caía la
dirección exacta de mi amigo. Las distancias en Nueva York no son nada despreciables.
Se imponía buscar de nuevo una pensión. Entré en la zona de Midtown. ¡Uf! Tanto
estímulo y tanta emoción me hacían perder la noción del tiempo, y yo diría que
de la realidad. De nuevo me alojé en un lugar humilde y barato y, de nuevo, la
habitación dejaba mucho que desear. Tenía hambre para aburrir. Por economizar
comía una vez al día y cuando tenía apetito lo resolvía con un café o un té
(afición que heredé de mi adorada madre). Postrado en aquella incómoda y poco
higienizada cama me vino la vena nostálgica. Recordé a mi madre trasteando en
la cocina, siempre inquieta, siempre afable y conciliadora. Recordaba su rostro
mientras intentaba convencerme de que tuviera más paciencia con mi hermana
pequeña, tan aficionada a hurgar en mis cosas y perder mis cromos de minerales
y rocas. Recordé aquella conversación de media tarde en la que me intentó
explicar, en aquel momento sin mucho éxito, el porqué de la seriedad de mi
padre y su falta de cariño para con mi hermana y conmigo. Yo lloraba
desconsoladamente porque mi padre me había castigado, según mi punto de vista
desproporcionadamente, por haber perdido no sé qué herramienta que guardaba en
el garaje. Llegué a saborear el regusto a sal de la lágrima que me caía por el
rostro justo antes de quedarme dormido".
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