"Eché andar con el ánimo puesto en no demorarme más. Al
final, iba a tener que buscar trabajo para ganar un extra solo para llegar a
casa de Isaac. Empezaba a agobiarme. A pesar de que tiraba siempre de lo más
barato comiendo en la calle a base de pizza y otras variantes semejantes y
cogiendo el metro y autobuses, tanta parada y tanto trajín me estaban vaciando
el bolsillo. El bullicio de las calles de Midtown captó toda mi atención y me
sacó de mi ensimismamiento mientras planeaba como acortar camino para ir
derecho a Upper West Side. Debía tomar una línea de metro que por el oeste de
Manhattan me llevara derecho al distrito donde vivía mi amigo bordeando Central
Park. Podía tomar la línea roja o la azul. No lo tenía claro y tampoco tenía
claro si quería meterme bajo tierra habiendo tanto que ver en la superficie. La
emoción me asaltó de pronto cuando llegó a mis oídos un texto leído de una obra
de teatro que conocía. Allí en medio de la calle, nada menos que en pleno Time
Square estaban representando Vietnam, una obra protesta de un tal Schumann; sí,
como el músico, solo que Robert Schumann llevaba, al menos, siglo y medio enterrado.
Vietnam fue nuestra obra más arriesgada. La representamos en Barcelona durante aquel
maravilloso verano en el que el teatro se me metió en las venas y se instaló
allí para no marcharse jamás".
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