"Parecía ser
que mi padre persiguió un sueño que mi madre, sorprendida por la enfermedad y
una muerte prematura, no pudo cumplir. En esas idas y venidas que le tenían
durante horas fuera de casa, estaba creando una empresa relacionada con el
mundo de la confección. La idea se alejaba del taller que mamá tenía en casa y
que sostenía la economía de nuestro hogar. La nueva empresa -según mi padre,
idea de mi madre- consistía en recoger ropa de segunda mano para sacarla al
mercado en forma de ropa vintage previo paso por las máquinas de limpieza y
secado y del taller de costura. Había montado un taller a las afueras del
pueblo y estaba vendiendo la ropa a mayoristas, pero su siguiente paso era
montar una boutique con un toque de vanguardia.
Escuchar a mi padre hablar de
esto era como escuchar a un niño hablar de los valores bursátiles, ¡era tan
extraño! Él con su personalidad casi autista, poco o nada hablador,
prácticamente nulo en relaciones sociales y resultaba que se había convertido
en un hombre de negocios y tenía una decena de empleados a su cargo. Y todo
esto teniéndonos a mi hermana y a mí totalmente al margen. No entendía nada. Paró
de golpe y dio un giro a la conversación. ¿Crees que podría interesarte
colaborar y formar parte de esto? No tuve respuesta. Mi sorpresa inicial
comenzó a mudarse en enfado y frustración. No podía creerlo. Tanto tiempo
esperando a que compartiera conmigo sus inquietudes… Era tarde".