"Nervioso
como estaba, me dejé llevar por una actividad frenética. Tenía que acabar el
curso y aún faltaban exámenes. Confiaba en seguir en el instituto el curso
siguiente, así que era importante acabar limpio
y, a ser posible, con notas que me dieran cierta holgura. Ir por los pueblos
con unos amigos jugando a ser actores y viviendo la vida a tope sin dejar
escapar un minuto era un buen plan para el verano, pero yo tenía claro que la
posibilidad de escapar del mundo que me atormentaba estaba en los libros; dejar
los estudios no era una opción. Por otra parte, el tiempo apremiaba y los
preparativos para la tournée no eran cosa desdeñable. ¡Nada menos que tres
meses fuera de casa! Nos marchábamos justo al termino de las clases y hasta
finales de septiembre no terminaba la gira. A ratos me embargaba la felicidad
ante la promesa de un verano lleno de aventuras, a ratos el agobio nublaba mi
alegría con alegatos de sensatez mal encarada. El grupo se iba a alojar en
hostales y pensiones, pero cada uno se lo tenía que costear. Nuestra aventura
no era lucrativa, apenas ganaríamos para comer y poco más. Era más bien una
labor de difusión. Una campaña publicitaria de la academia para captar adeptos
y generar el gusto por el teatro. Pero no pensaba dejarme abatir por cuestiones
que aún no eran un problema, ya habría tiempo de ocuparse de ello. Salir del
ambiente triste y sombrío de mi casa ya era un premio".
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