"Me sentía
culpable por estar ocultándole a mi hermana la aparición de la tía Elisa y de
la familia de mi padre. Puede que su cabeza no estuviera para esos temas, pero
tenía que intentarlo. Entré en su cuarto. Estaba escuchando música con la
mirada clavada en el techo. Ni se enteró de que había entrado. Le quité el
auricular y le pedí algo de atención. En contra de lo que me esperaba no se
alteró ni protestó. Se me quedó mirando y dijo un “tú dirás” sin mucho
entusiasmo. Comencé hablándole de los cambios que estaba introduciendo en mi
vida, como ir al gimnasio, meterme en un club de pádel y las clases de
interpretación en la academia “Querer es poder”. Aprovechó uno de mis silencios
para meterme una cuña cargada de intención, a pesar de que parecía que no
estaba interesada en nada de lo que le estaba contando. ¿Tienes novia?, me
soltó a bocajarro. No sabía si lo decía por decir o tenía sospechas. En mi
mente empezaron a dar vueltas las citas con la hermana de mi padre en la
cafetería del instituto o las salidas a correr por las instalaciones deportivas
del municipio con Carlota, una compañera de las clases de interpretación que
cantaba a lo Britney que alucinabas. Es un poco mayor para ti, no crees, es lo
siguiente que dijo. Me quedó claro a quien se refería. La expliqué que ese era
el tema del que quería hablarla, pero se dio media vuelta se puso los cascos y
me lanzó un “eso ya para otro capítulo hermanito”. Desolado es poco decir, me
quedé desconcertado".
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