"Recuperar a
mi hermana era otro de mis objetivos, sin embargo, hasta que no avanzara la
dichosa adolescencia, intentar hablar con ella era discutir sí o sí. Resultaba
agotador pretender mantener una conversación mínimamente coherente con ella.
Con familia o sin ella, a quien yo sentía como parte de mí era a mi hermana y
me resistía a perderla. Mi modo de ignorarla cuando se enrabietaba y de
ningunear sus problemas eran parte de una estrategia para no magnificar sus
histerias y sosegar sus desproporcionadas reacciones. Caí en la cuenta que a lo
mejor estaba cayendo en la actitud de mi padre y que mi hermana podía pensar
que nadie se interesaba por ella. Me replanteé mi estrategia. Quizá estar más
pendiente de ella la haría sentirse más querida-aunque no supiera verlo
todavía- y eso la ayudaría a salir de la cápsula en la que se había metido. De
un modo o de otro, tratar a Sara no era nada fácil, pero lo que realmente me
asustaba era perderla para siempre".
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