"El profesor
de clase de interpretación nos solicitó una entrevista a Isaac y a mí. Pensé
que nuestra falta de entrega y de seriedad nos había traído algún problema en
la academia. Isaac usaba las clases para ligar y yo, simplemente, me relajaba y
me dejaba llevar por el genio de mi profesor. No era una bronca lo que nos
esperaba sino una propuesta para viajar por todo el país durante, al menos todo
el verano, con la representación de la obra que llevábamos tiempo preparando.
No supe que decir, miré a Isaac y con una breve mirada nos comunicamos. Asumimos
que la idea era genial. Aceptamos. Apenas faltaba un mes para terminar el
curso. No había mucho tiempo para comunicarlo en casa y ya me rondaba el peso
del remordimiento. El profesor nos ensalzó, habló de nuestras cualidades
naturales y nuestra facilidad para la interpretación. Decía que teníamos
feeling con el escenario, que cambiábamos cuando nos metíamos en la piel del
personaje. Descubrir que era bueno en algo era nuevo para mí. De repente me encontré
con una meta, con un fin, con un sueño que cumplir: conquistar al público.
Tener un plan a corto-medio plazo me dada una razón de ser que se mezclaba con
la ansiedad que me ocasionaba contárselo a mi padre y a mi hermana".
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