"En esa época mamá era ya otra mujer. Tanto cambio me hizo
sospechar que había alguien en su vida. Efectivamente, un día se presentó en
casa con un señor bien parecido, alto, espigado y parco en palabras. Era serio
pero su rostro transmitía algo atrayente que tenía que ver más con su
personalidad que con su atractivo. ¡Vaya! Mamá no tenía mal gusto. Me alegré
por ella. Su nombre era Ismael y se habían conocido, según contaba el propio
Ismael años después, en la biblioteca donde mamá trabajaba. Él era profesor de
instituto y acudía a la biblioteca regularmente para llevarse lote de libros
que proporcionaba a sus alumnos en sus clases de literatura. Su entrada en
nuestras vidas dio un giro inesperado a la mía. Me tenía que preocupar menos de
mamá y de Luis pero también me alejó de ellos. Su personalidad arrebatadora
cautivó a mi familia y también lo habría logrado conmigo si no hubiese tenido
yo tan dentro la espinita de mi padre clavada en mi corazón".
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