"Curiosamente
mi relación con Isaac se fue diluyendo como se deshace el hielo en el vaso
cuando el tiempo se olvida de él. No sé cómo pasó, o quizá sí. Nos dejamos
llevar. Ni yo me disculpé por cómo se desarrollaron los acontecimientos estando
alojado en su casa ni él quiso buscar respuesta a la discusión que provocó
nuestra ruptura. Trabajábamos juntos todos los días, comíamos juntos,
viajábamos juntos y compartíamos los aplausos del público al término de cada
representación. Estábamos más cerca el uno del otro de lo que nunca lo habíamos
estado y, sin embargo, no podíamos estar más distantes. La relación era cordial
y educada, si teníamos que colaborar mano a mano en el montaje del escenario,
lo hacíamos sin pestañear; nadie, que no conociera a fondo nuestra relación,
podría sospechar que algo marchaba mal entre nosotros. No quería perder al
amigo que tanto bien me había hecho cuando me sentía aislado del mundo y el
desconsuelo por perder a mi madre y después a mi hermana -aunque por diferentes
razones- me tenían sumido en la desesperación. No obstante, no hice nada por
reencontrarme con él y recuperar la hermosa amistad que tuvimos. Simplemente lo
dejé marchar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario