"No éramos
pareja. A pesar de las miradas asesinas que me lanzaba Isaac, no sin disimulo,
Carla y yo no éramos nada más que amigos. Una amistad, tal vez un tanto
peculiar, no digo que no, pero lo que éramos exactamente era eso, amigos. Era
fabuloso tener a alguien con quien hablar sin disimulos ni poses. Según me
venía a la mente, le soltaba cuanto pensaba y como lo pensaba, sin tapujos ni
disimulos ni medias verdades. No siempre estábamos de acuerdo y ahí radicaba la
riqueza de nuestra relación. Sus charlas me daban vida. Era pura energía y, a
veces, pura contradicción. No era tan brillante como Isaac, pero sus
reflexiones, cuando tenía el día sereno y calibrado, venían a aportar ese toque
de intelectualidad que más echaba de menos de mi relación con mi amigo judío -o
examigo, quizá debería decir.
Carlota era un espíritu libre, no iba a ser fácil que nadie la encerrara en el espacio limitado de una relación de pareja, al menos no, al modo tradicional. Hablábamos de todo y de nada, de cuestiones filosóficas y transcendentales o de absurdeces que no conducían a ninguna parte. Igual nos pasábamos la tarde de bromas y risas que nos silenciábamos y apenas cruzábamos dos palabras en toda la tarde. De vez en cuando desaparecía y no la veíamos justo hasta minutos antes de la representación. Esto desquiciaba a Roddy, pero nuestro director sabía que no encontraría a nadie con el talento y la frescura de Carla (y menos comenzada ya la temporada). Cómplices, amigos, amantes, compañeros… Carla era un pedacito de cielo en mi intrincado mundo de inconformista que tanto sinsabor me producía a ratos".
Carlota era un espíritu libre, no iba a ser fácil que nadie la encerrara en el espacio limitado de una relación de pareja, al menos no, al modo tradicional. Hablábamos de todo y de nada, de cuestiones filosóficas y transcendentales o de absurdeces que no conducían a ninguna parte. Igual nos pasábamos la tarde de bromas y risas que nos silenciábamos y apenas cruzábamos dos palabras en toda la tarde. De vez en cuando desaparecía y no la veíamos justo hasta minutos antes de la representación. Esto desquiciaba a Roddy, pero nuestro director sabía que no encontraría a nadie con el talento y la frescura de Carla (y menos comenzada ya la temporada). Cómplices, amigos, amantes, compañeros… Carla era un pedacito de cielo en mi intrincado mundo de inconformista que tanto sinsabor me producía a ratos".
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