"El destino
volvió a unirnos a Isaac y a mí justo cuando parecía que la separación sería
total e irrevocable. Faltando tan solo una semana para dar el cierre a nuestra
temporada de teatro Isaac recibió una carta de sus padres. No acierto a
comprender como dieron con él pues ni nosotros teníamos claro el itinerario que
teníamos hasta unos días antes. Eso era un asunto que gestionaba nuestro director
y a ninguno nos dio por cuestionarlo. Bastante teníamos con los ensayos de
última hora, los repasos, los montajes, las representaciones y, como no, los
desmontajes, que era la tarea más ardua y menos grata. Vi cómo le hicieron
entrega de la carta y observé su cara de incredulidad. No sé si lo esperaba o
no, pero la recibió con desconfianza y recelo. Le seguí unos instantes con la
mirada y vi cómo se retiraba a leerla en solitario. Pronto me olvidé del asunto
y me sumé al grupo que estaba preparando la cena".
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