MIS HISTORIAS

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DESDE MI VENTANA/ DICIEMBRE

EN SENTIDO INVERSO DEL FINAL AL PRINCIPIO, TODA LA HISTORIA

lunes, 21 de diciembre de 2015

"DESDE MI VENTANA" XX

"Me quedé sola otra vez. Además mi magnífico profesor y amigo, tras ayudarme a superar 1º de la ESO fue sustituido por una joven profesora con su carrera de ciencias recién terminada que sabía de enseñar lo mismo que yo de la vida sexual de los caracoles del Nepal. En cualquier caso la nueva profesora tampoco duró mucho pues el programa  de atención educativa para alumnos con enfermedades crónicas había llegado a su fin. Mi enfermedad se había estancado definitivamente y no había excusa para no salir de casa con mi silla de ruedas. De una buena vez me tenía que plantear salir de casa y afrontar la vida real más allá de los libros, más allá de mi ventana. Entré en pánico. Tenía tanta ilusión como terror. Pero no podía imaginarme que el miedo sería tan potente. Me armé de valor, me convencí a mí misma de que podía conseguir todo lo que me proponía. No fue posible.
No pude salir a la calle. Me puse la chaqueta dispuesta a disfrutar de un precioso día primaveral. Estaba de celebración, la profesora dejó de venir a casa allá por febrero, pero yo seguí estudiando; ya tenía todo el temario y una visión bastante clara de cómo organizarme y prepararme los temas, así que me presenté y superé los exámenes finales  de 2º de la ESO. Me presenté significa exactamente que mandaban a casa un profesor con las pruebas de evaluación y permanecía allí hasta que yo terminaba. Me daban hora y media por materia, de modo que había tardes que el buen profesor merendaba en casa. La vida parecía sonreírme y yo no me quería perder nada de lo que pasaba ahí fuera. Ni la silla de ruedas ni mis miedos iban a seguir limitándome. Sí, esa era la teoría. Cuando abrí la puerta dispuesta a lanzarme a la calle me resultó totalmente imposible salir al exterior. Un nudo se me colocó en la boca del estómago que  parecía querer ahogarme. Sentí un vértigo tan real como el aire fresco que me soplaba en la cara. ¡Qué impotencia! Volví a mi cuarto, me quité mi chaqueta. Me dirigí a la ventana de mi cuarto y me enjugué sendas lágrimas".

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