"Pasaba el tiempo y mi hermano crecía irremediablemente. ¿Qué
implicaba esto? Implicaba algo serio a la par que traumático: ¿qué le
contábamos a mi hermano? El eterno dilema se nos vino encima, lo correcto es
decir la verdad, sí, pero hasta qué punto, teniendo en cuenta que la verdad
puede resultar muy dolorosa; por otra parte, exponer los hechos con suaves
mentiras y grandes omisiones puede conllevar en un futuro próximo reproches y
sin sabores más difíciles de superar… No era fácil, no, pero mi audaz e
inteligente hermano no dejaba de hacer preguntas, cada vez más comprometidas.
¿Por qué yo no tengo papá?, fue la pregunta que despertó todas las alarmas.
¡Caramba!, mi madre y yo, sumidas en nuestro dolor y arrastradas por nuestras
responsabilidades, reales o buscadas,
habíamos obviado que mi hermano era demasiado pequeño cuando se fue papá. ¡Papá!,
¿dónde estás ahora? Te añoro y, lo que es peor, no sé que decirle a mi hermano…"
No hay comentarios:
Publicar un comentario