"Se fue al pueblo de al lado, me enteré más tarde. Alicia
me ayudó a investigar sobre el paradero de mi padre. En casa no se volvió a
mencionar el asunto. Solo con mi amiga podía tratar el tema de papá. Trabajaba
para el ayuntamiento arreglando las zonas ajardinadas. Imagino que le iba bien
porque entre flores y azadones era como más feliz se encontraba mi padre. Vivía
en una pequeña casa a las afueras del pueblo y, por lo que luego supe, llevaba
tiempo intentando convencer a mi madre de que le dejara vernos a mi hermano y a
mí. Decidí enviarle una carta a través de mi amiga. No era un escrito
lacrimógeno ni siquiera buscaba enternecerle. Solo un sé dónde y cómo vives. Me
alegro de que estés bien. Por favor no hagas más daño a mamá. No intentes
vernos. Tu hija. Ya sé que estas cartas acaban con un te quiere, tu hija. Pero no pude poner te quiero sin sentir que
traicionaba a mi madre. No recibí respuesta pero Alicia me dijo que los ojos se
le llenaron de lágrimas. Poco después se marchó a Barcelona, donde vivía su
hermana con su marido y sus cuatro hijos".
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